05 septiembre 2008

Directores famosos: Leopold Stokowski ( 1 )


Buscando entre libros y revistas antiguas he hallado un artículo que creo interesante y por esto deseo compartirlo aquí, rescatándolo del sueño que ha dormido hasta hoy.

Inolvidable Leopold Stokowski

Por André Kostelanetz

Damas y caballeros elegantemente vestidos se habían congregado en el Metropolitan Opera de Nueva York para asistir a la reposición de Turandot, de Puccini. Reinaba gran expectación. Los principales intérpretes eran las sopranos Birgit Nilsson y Anna Moffo y el tenor Franco Corelli. Y mi amigo Leopold Stokowski iba a dirigir por primera vez en aquel famoso escenario.

Las luces se atenuaron lentamente y Stokowski salió a ocupar su puesto apoyado en un par de muletas. El auditorio rompió a aplaudir, el maestro llegó al estrado y se volvió hacia el público para agradecer las entusiastas aclamaciones. Inmediatamente, entregó las muletas a su ayudante y tomó asiento sobre un alto taburete.

Aún me parece verlo, aquella noche de febrero de 1961. La impresión que habían causado las muletas se desvaneció a medida que Stokowski extendía los brazos con vigor, suave y urgentemente, y de la orquesta salían las gloriosas notas de aquel drama lírico. La música tiene la virtud de hacer brotar ocultas fuentes de vitalidad y de entusiasmo. Y esa noche prestó a Stokowski , que entonces contaba 78 años de edad, la energía y el entusiasmo de un joven.
Al acabar la representación fui a los vestuarios con el propósito de felicitarle por su magnífica ejecución. El se limitó a decir: ¡Qué música tan hermosa! Yo no podía dejar de pensar en el gran valor y la enorme voluntad que había desplegado. En diciembre se había fracturado la cabeza del fémur en su apartamento. Después de haberse sometido a una operación quirúrgica, en vez de cancelar la representación en el Metropolitan Opera, se pasó todo el tiempo que permaneció en el hospital estudiando una y otra vez la partitura de Puccini. Para Stokowski nada era imposible.

Figura rutilante.

Durante toda su vida, Leopold Stokowski fue brillante e imprevisible: siempre hizo las cosas a su manera. En su juventud fue un hombre de elevada estatura y bien parecido. Se le conocía como "el joven astro de la batuta". Un día, al marcar un movimiento especialmente enérgico, la batuta se le rompió. A partir de entonces sólo usó las manos, que convirtió en largos y expresivos "instrumentos" que junto a sus dorados cabellos y a sus ojos de color azul porcelana, fueron su distintivo personal.

En 1912, a la edad de treinta años, ocupó la dirección de la Orquesta Sinfónica de Filadelfia, hasta entonces un conjunto mediocre, y en menos de diez años la convirtió en una de las grandes orquestas de la historia.
Mucho se ha escrito de la habilidad de Stokowski para dotar a la orquesta que dirigía de un sonido caracerístico y exuberante, henchido de energía y de ardor. Pero la grandeza de Stokowski se puede explicar con una sola palabra: genio. Cierta vez, al ensayar con la orquesta La Consagración de la Primavera, de Stravinsky, mandó parar a los músicos durante un pasaje. No he oído el cuarto trombón, declaró. Y era cierto. El encargado de las partituras se había olvidado de sacar la del cuarto trombón y éste tocaba la del tercero.

Aventurero
Leopold y yo vivimos durante doce años en el mismo edificio. Los balcones de nuestros pisos quedaban contiguos y desde ellos conversábamos con frecuencia. No era un hombre abierto, pero tampoco frío. Le disgustaba la charla ociosa y el chismorreo. Prefería hablar de compositores, de artistas, de ejecutantes y de orquestas.

La hermosa ciudad de Filadelfia es el mayor centro histórico, cultural y artístico en los Estados Unidos

Una vez discutíamos sobre el arte de la composición y comentó: "Te diré que la más hermosa de las bellas artes es vivir". Y, efectivamente, su vida fue una encarnación fiel de su filosofía. Sentía interés por todo, desde la política hasta la electrónica. Fue un auténtico aventurero, animado de una curiosidad insaciable y de una constante disposición a probar todo lo nuevo.

En una época en la que el público sólo esperaba oir los tradicionales compases de un Bach, un Mozart, un Beethoven y otros maestros consagrados, Stokowski insistía en dar a conocer obras de nuevos compositores. Solía decir: "El apego a la tradición, es una forma de pereza". Actualmente son ya parte del repertorio sinfónico normal alrededor de cien composiciones que Stokowski fue el primero en dar a conocer a sus públicos. Esta labor de precursor le convirtió en el personaje más controvertido e interesante de los medios musicales. Los públicos de Leopold no siempre supieron apreciar sus esfuerzos. En 1919 presentó ante los melómanos de Filadelfia el Poema del éxtasis de Aleksandr Scriabin; muchos de los oyentes se levantaron y abandonaron la sala. Fue él quien en 1922, estrenó en los Estados Unidos La consagración de la primavera de Stravinsky. Leopold, quien desde el principio de su carrera adquirió la costumbre de dirigirse al público antes de un concierto, dijo entonces a los asistentes: "Con franqueza, no creo que esto les guste a ustedes al escucharlo por primera vez". Y así fue, en efecto.


El interés que mi amigo mostraba por las obras nuevas era equiparable al que sentía por la juventud. A principios del decenio de 1920, fue el primer director de fama en ofrecer conciertos periódicos para los chicos menores de doce años, que salían encantados con su sencillez y buen humor. Cuando presentó El carnaval de los animales, de Saint-Saëns, llevó al escenario bestias vivas, entre ellas crías de elefante. Cuando dirigió Pedro y el lobo de Prokofiev, un perro enorme ocupó el lugar del lobo.

Durante mucho tiempo soñó con integrar una orquesta sinfónica de jóvenes músicos estadounidenses. En 1940, pocos años después de haber dejado la dirección de la Orquesta Sinfónica de Filadelfia, su sueño se convirtió en realidad al fundar la Orquesta Juvenil Norteamericana. Años después, Leopold organizó (y ayudó a sufragar los gastos con sus propios recursos) la Orquesta Sinfónica Norteamericana, para ofrecer a los jóvenes, especialmente a mujeres y a músicos de raza negra, la oportunidad de tocar. Todavía hoy, cuando dirijo una orquesta, me encuentro a menudo con músicos graduados de la Orquesta Norteamericana, algunos de los cuales se ha convertido en destacados maestros.

Finaliza en el próximo capítulo.


"Preludio a la siesta de un fauno", de Claude Debussy.

Leopold Stokowski ,a los 90 años, dirige la Orquesta Sinfónica de Londres.
Grabación 14-06-1972 en el Royal Festival hall.

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