29 septiembre 2008

Mado Robin: El prodigio de una voz



La soprano Mado Robin tuvo una voz que merecidamente se puede llamar excepcional, con un extraordinario rango de escala vocal, que le permitía alcanzar sin problemas incluso el do6 sobreagudo. Llegó a la altura de Ré/6, 2320 vibraciones al segundo, y en una reprentación en Vichy (Francia) emitió su nota más alta, un D7 sobre un C-alto la nota más aguda nunca cantada. Se la nombraba The French stratospheric coloratura por la frecuencia y facilidad con que alcanzaba las notas mas altas. Fielmente admirada por los verdaderos amantes del bel canto y de todas aquellas inolvidables voces que brillaron en la primera mitad del siglo XX, es quizá poco conocida de los aficionados a la lírica de hoy, posiblemente porqué murió todavía joven hace casi cincuenta años.

Su nombre verdadero era Madeleine Marie Robin y nació el 29 de diciembre de 1918 en la pequeña localidad francesa de Yzeures-sur-Creuse, un departamento del Alto Loira. Su familia era acomodada pues poseían el castillo de Vallées, en Tournon-Saint-Pierre cerca de allí.
Madó creció junto a dos hermanas en el selecto ambiente familiar y alternando sus estudios en la ciudad con estancias en el campo. Pronto sin embargo se hicieron notar sus extraordinarias facultades vocales y su primera profesora Mme. Fourestier la presenta al gran barítono italiano Titta Ruffo, el cual impresionado por su voz y la facilidad de alcanzar notas sobreagudas la recomienda a su amigo Mario Podestá, tenor francés de origen italiano, quien la formará vocalmente en las normas del "Bel canto".



Sólo dos años de estudio con éste último bastaron para conseguir en 1937 el primer premio del concurso para sopranos de la Opera de París, pero su carrera se vió retrasada por varias circunstancias. De 1939 a 1944 Francia vivió momentos dolorosos a cáusa de la segunda guerra mundial. Debido a su alianza con Inglaterra, tuvo que declarar la guerra a Alemania y finalmente vencida, sufrió la ocupación por ésta, mientras había un gobierno en Vichy y otro en Inglaterra. Durante aquellos años, Madó Robin ofreció numerosos recitales caritativos que ya despertaban la admiración del público y daban a conocer su nombre. Con la ayuda de Mario Podesta y la casa discográfica Pathé en 1942 ofrece un recital en la sala Gaveau en París y tambien tiene actuaciones en espectáculos de variedades.

Grabado de la Opera de París
En 1945, terminada ya la guerra, por fin Madó puede debutar en la Opera de Paris y lo hará con "Rigoletto" de Giuseppe Verdi. El éxito es inmediato y durante cinco años cantará las óperas Los Pescadores de Perlas de Bizet, Mignon de Thomas, La Flauta Mágica de Mozart y sobre todo la ópera que sería su gran creación: Lakmé de Delibes, de la cual llegaría a ofrecer casi 1500 representaciones a lo largo de su vida.
Aquellos triunfos, sin embargo, se vieron entristecidos por la muerte en accidente de automóvil de su marido Alan Smith, de nacionalidad inglesa, con quien se había casado cuando ella tenía diecisiete años. Tuvo una hija.
A partir de 1950 Madó Robin deja la compañía de la Opera y actúa en diversas ciudades de Francia, ofrece numerosas actuaciones en radio y televisión que permiten al público en general conocer y disfrutar su voz y más adelante realizará giras por el extranjero, en particular por Estados Unidos y Rusia.

Las principales obras de su repertorio aparte de las ya citadas, fueron Lucia di Lammermoor de Donizetti, La Traviata de Verdi, Los cuentos de Hoffman de Offenbach, El Barbero de Sevilla de Rossini, Mireille de Gounod y la obra El Ruiseñor de Stravinsky.

Para el 29 de diciembre de 1960, fecha de su 42 cumpleaños, se había preparado en la Opera Cómica de París una función especial para celebrar las 1500 representaciones de Lakmé, el gran papel de su vida, pero Madó enferma desde hacía ya tiempo, murió el día 10 de aquel mes y aquella voz maravillosa se apagó para siempre. Fue enterrada en su pueblo natal de Yzeures-sur-Creuse.

Sus amigos la recuerdan como la más dulce y menos diva y su agente Robert Deniau declaraba que Madó incluso parecía disculparse del talento que poseía.
Era una auténtica soprano ligera. Su voz poseía un timbre inconfundible de gran belleza, delicado y seductor. El sonido era uniforme, fresco y transparente, alcanzando con suavidad las notas más altas y sus exquisitas interpretaciones son un testimonio de la gran escuela de canto francesa.

En 1952 su grabación de la ópera Lakmé de Delibes para el sello "Decca", obtuvo el "Gran Prix du Disque" en Francia. Las grabaciones que dejó, lamentablemente, no fueron muchas y hay que tener en cuenta que son en sonido mono y tienen cincuenta años; quienes la oyeron cantar en directo aseguraban que no se podía comparar la realidad con las grabaciones. Nosotros sólo tenemos estas últimas para seguir admirándola tanto tiempo después.







2 comentarios:

Sergio y Celina dijo...

No existe actualmente una voz que tenga esa tesitura tan alta, de hecho no está registrado en toda la historia del Bel Canto algo que se le acerque en lo más mínimo, y eso la hace una cantante única en el Mundo de la Música.¡mi esposa y yo estamos agradablemente sorprendidos!

Unknown dijo...

Mado es una de las sopranos que mas me gustan, en cuanto a coloratura no existe ninguna otra. es todo un deleite oírla. tanto en opera como en las canciones populares. no me canso de escucharla. Lastima que nos dejo tan temprano, pues mucha mas gente la conocería, como la soprano que fue. Ahora ella esta cantándo en el cielo, en vivo y en directo. Gracias Mado, por vuestra esplendida voz. hasta luego.