21 agosto 2011

Clásica para el verano: Idilio al atardecer



Nuestro crucero por el rio Danubio nos ha llevado hasta tierras eslavas. Allí podremos admirar sus maravillosos paisajes: impresionantes bosques que guardan misterios y leyendas, pequeños y encantadores pueblos y aldeas que aún conservan vivas tradiciones de antaño. Después, navegando por el famoso rio Moldava llegaremos a la hermosa ciudad de Praga, ahora capital de la República Checa y de la región de Bohemia. El río Moldava (Vltava en checo) atraviesa Praga, dividiendo la ciudad de sur a norte. Es un río muy caudaloso, incluso aún más que el Elba (Labe en checo), a pesar de que es afluente de este último.

Praga es considerada como una de las ciudades más bellas del mundo. Situada a orillas del Moldava tiene cerca de un millón doscientos mil habitantes lo que la convierte en la ciudad más poblada del pais. Su belleza y el patrimonio histórico que conserva hacen de ella una de las ciudades que recibe más turistas y su parte antigua fue declarada en 1992 Patrimonio de la Humanidad.
En el año 2004 fue la sexta capital europea más visitada, sólo por detrás de Londres, París, Roma, Madrid y Berlín. De acuerdo con un estudio más reciente, fue la vigésima ciudad mundial en recibir turistas en el año 2006. La mayor parte de los atractivos de la ciudad se concentran en los barrios que componen el casco histórico, es decir: Hradčany, Malá Strana, Staré Město y Nové Město.



La que fuese una de las capitales culturales de Europa en los siglos XVIII y XIX conserva su importante tradición musical.
En la ciudad se organizan, durante todo el año, conciertos de música clásica. Los entornos son variados, desde antiguas iglesias a hermosos auditorios como la Sala Smetana, sede de la Orquesta Sinfónica de Praga situado, en un edificio art-nouveau en Republiky 5, el Palacio de la Cultura y la sala Dvorak (en el Rudolfinum, Plaza Jan Palach), sede de la Orquesta Filarmónica Checa ubicado en un edificio neoclásico en donde se celebra la inauguración y clausura, sobre todo, del famoso Festival Internacional de la Primavera de Praga entre el 12 de mayo y los primeros días de junio.
Los conciertos también se celebran regularmente en la Galería Nacional del Castillo de Praga, en los jardines, al pie del Castillo y en el Museo Nacional, en la plaza de Wenceslao. Los conciertos en la Villa Bertramka en Mozartova 169, Smichov, suelen tener a Mozart y sus contemporáneos como protagonistas.
Mozart vivió durante algún tiempo en Praga y compuso Don Giovanni. La casa que ocupó al sur de Malá Strana, en el barrio Smíchov, hoy es un museo llamado Casa de Mozart. La ópera se estrenó en el Teatro Estatal de Praga el 29 de octubre de 1787.


Zdeněk Fibich fue un compositor checo mucho menos conocido que sus contemporáneos Smétana y Dvorak. Nació en Všebořice (Sevorice) cerca de Cáslav el 21 de diciembre de 1850. Su padre era un funcionario checo y su madre tenía ascendencia austríaca-alemana. Ella se encargó de la primera educación de su hijo y a los nueve años lo enviaron a estudiar a un Gymnasium de habla alemana en Viena (escuela de educación secundaria, en muchos países europeos). Más adelante asistió a otro centro similar en Praga, donde permaneció hasta los quince años para trasladarse luego a Leipzig a estudiar piano con Ignaz Moscheles y composición con Salomon Jadassohn y Ernst Richter. Concluyó sus estudios en París y Mannheim.

De regreso a Praga junto a sus padres compuso su primera ópera Bukovina. A los 23 años se casó con Růžena Hanušová instalándose en la ciudad lituana de Vilnius donde había obtenido un puesto de maestro de coro. La tragedia llegó a su vida cuando al poco tiempo falleció su esposa y sus dos hijos mellizos, suceso que le hizo volver a Praga donde fijó ya su residencia definitiva. En 1875 contrajo nuevo matrimonio con la hermana de su esposa, la contralto y cantante de ópera Betty Hanusova, de la cual se separó en 1895 para vivir junto a su alumna y amante Anežka Schulzová, que fue la musa inspiradora de muchas de sus mejores composiciones.



Hasta los treinta años Fibich se sintió más identificado con la cultura alemana que con la checa. Sus estudios en Leipzig con discípulos de Mendelssohn y Schumann y la amplia cultura que había recibido (hablaba alemán, francés y checo) le hacían ver como compositor unos horizontes más amplios que los ofrecidos por la música de su propio pais. Sus primeras óperas en las que mostraba su preferencia por Wagner y cerca de doscientas canciones fueron escritas en alemán, además de firmar como "Zdenko" su nombre en dicho idioma, siendo recibidas con elogio por críticos alemanes. Sin embargo, el creciente y fervoroso nacionalismo checo encontró en Smétana y sobre todo en Dvorak sus figuras más representativas, a la vez que su música también cautivaba al público internacional por su exótico acento eslavo.

Fibich tuvo que olvidar su sueño de ser admirado como un gran compositor y soportar la crítica y la indiferencia. Condenado al ostracismo por el Teatro Nacional y el Conservatorio de Praga abrió su propio estudio musical donde impartía sus clases y lecciones, seguido por un grupo fiel de alumnos que siempre trató de defenderle y dar a conocer su obra incluso después de su muerte. Como curiosidad, Fibich que había nacido en 1850, falleció justo cincuenta años después en el año 1900.

La obra de Fibich es extensa e incluye los géneros más diversos. Escribió música de cámara, poemas sinfónicos, tres sinfonías, ocho óperas, melodramas, una Misa Brevis, y a partir de 1890 un ciclo de casi cuatrocientas piezas para piano denominada "Los estados de ánimo, impresiones y recuerdos" que fue una especie de diario de sus sentimientos hacia su alumna Anežka Schulzová. Sus óperas Sárka y La Novia de Messina y la Tercera Sinfonía figuran como sus mejores composiciones y es de señalar que fue el primero en escribir un poema en tono nacionalista checo (Záboj, Slavoj a Luděk) que sirvió de inspiración a Smétana para componer su famoso ciclo Má Vlast (Mi Patria).


Pieza del famoso cristal de Bohemia

Zdenek Fibich, Poema Idilio al atardecer

1 comentario:

Stella de la Puente dijo...
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