08 septiembre 2013

Mendelssohn, Las Hébridas (La Gruta de Fingal)



La Gruta de Fingal (en inglés: Fingal's Cave) es una cueva marina situada en el islote de Staffa, en el archipiélago de las Hébridas interiores, en Escocia, y que forma parte de una reserva natural. Está formada por basalto hexagonal, similar en estructura a la Calzada de los Gigantes en Irlanda del Norte, con quien comparte el mismo origen de flujo de lava. Su tamaño, su techo de arcos naturales y los escalofriantes sonidos producidos por los ecos de las olas le dan el ambiente de una catedral natural. El nombre gaélico de la gruta, Uamh-Binn, significa "gruta de la melodía".
La cueva fue descubierta en el siglo XVIII por el naturalista Sir Joseph Banks en 1772. Se la conoció como Gruta de Fingal, pues Fingal (Fionn mac Cumhail) fue el héroe epónimo de un poema escrito por el poeta e historiador escocés James Macpherson.

En 1829 cuando contaba veinte años de edad, Félix Mendelssohn llevó a cabo un largo viaje por Escocia. Las cartas que, con tal motivo, escribió muestran claramente la honda impresión que en su espíritu produjeron las bellezas del paisaje y del ambiente de aquellos lugares, tan pródigos en historia. Las sensaciones de Mendelssohn quedaron reflejadas en dos de sus obras más conocidas: La Sinfonía Escocesa y la Obertura Las Hébridas, también conocida con el nombre de La Gruta de Fingal.


Las circunstancias que inspiraron esta composición son sobradamente conocidas. Mendelssohn acompañado de su amigo Klingemann, emprendió una excursión marítima bajo un cielo tormentoso. Objeto particular de su viaje lo constituía la visita a la Gruta Fingal, curiosidad principal de las Hébridas.
El conocimiento de dicha gruta, hermoso paraje situado en la isla de Staffa, arrancó a la pluma de Klingemann estos encendidos párrafos:
"Hacía ya tres días que estábamos a bordo de nuestra embarcación. Cuanto más descendía el barómetro, más crecía la altura de las olas, sus miles de lenguas tesoneras lamían el barco con furia creciente y los remolinos de agua aumentaban en violencia por momentos... Las señoras se desplomaban como moscas, y a algún que otro caballero le acontecía lo mismo. Hubiera querido que mi compañero de viaje, Félix, no se encontrara entre éstos, pero su alma de artista supo soportar los embates del mar bastante mejor que lo hiciera su estómago... Se nos hizo ocupar los botes y, así, encaramados sobre un soporte de maderos, alcanzamos, a lomos de un mar espumeante, la famosa gruta de Fingal, cuyas numerosas columnas recuerdan el interior de un órgano colosal. Tanto por dentro, como por fuera, solitario sombrío, fragoroso y restallante, haciendo gala de su inmensa inanidad, el mar gris se extendía infinito hasta perderse en el horizonte..."


Tan vívida descripción evoca nítidamente la extraña atmósfera del paraje y la peripecia de la excursión marítima. Mendelssohn compuso la Obertura influído directamente por la impresión que tal experiencia produjo en su ánimo. En una carta fechada el 7 de agosto de 1829, y dirigida a su hermana Fanny, escribía: "Puedes comprender cuán extraordinariamente me impresionaron Las Hébridas. Lo que sigue (y que después serían los los pimeros diez compases de la Obertura) me vino a la imaginación". El compositor terminó la obra el 16 de diciembre de 1830, y la tituló originalmente Die einsame Insel, "La isla solitaria" y mereció los honores de su estreno en la capital británica, bajo la dirección de Thomas Atwood, al frente de la Filarmónica de Londres.
Sin embargo, el propio Mendelssohn, poco satisfecho de su composición, escribió poco después: "No la considero completa en su forma actual. El pasaje central es malo; huele más a contrapunto que a olas, gaviotas y peces salados". La partitura fue revisada durante el siguiente año y tuvo un segundo estreno en Berlín el 10 de enero de 1833, bajo la batuta del compositor. La obra fue dedicada al rey Federico Guillermo IV de Prusia, en aquel entonces Príncipe de Prusia.


Richard Wagner manifestó su admiración por Las Hébridas, comentando: "esta obra colorista coloca a Mendelssohn entre los más importantes pintores musicales del paisaje". Algunos musicólogos han establecido determinadas relaciones entre esta Obertura y el Buque Fantasma, de Wagner.

A diferencia de la Sinfonía Escocesa, compuesta estrictamente en forma de sonata, la Obertura de Las Hébridas no es sino un apunte rápidamente esbozado. Música descriptiva la suya, refleja los estados anímicos y las sensaciones del compositor.
El tema con el que se inicia la Obertura describe escalofriantemente el sonoro oleaje del océano al estrellarse contra la costa en que se abre la entrada de la gruta. De gran belleza lírica, es esta una de las páginas más felizmente conseguidas de Mendelssohn al pintar musicalmente un paisaje. Como escribiera Hugo Leichtentritt "en ésta obra maestra de la inspiración romántica, se puede oir el destemplado grito de las gaviotas, el fragor de las olas crepitantes en la gruta rocosa; oler el aroma salobre del aire marino, gustar el acre sabor de las algas y sentir el alma melancólica de estas latitudes norteñas".

El manuscrito autógrafo se conserva en la Biblioteca Bodleiana, en Oxford.

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