04 octubre 2008

Franz Schubert: Nacido para la música ( 4 )

Monumento a Schubert en Viena

Los repetidos fracasos teatrales no desanimaron a Schubert, que tenía entonces sólo veintiseis años y soñaba aún con conquistar Viena, pero un hecho vino a destruir todas sus aspiraciones, contrajo una grave enfermedad entonces incurable: la sífilis. Al ver su salud irremediablemente comprometida, un profundo desespero se apoderó de Schubert. Así escribía en 1824, a su amigo Kupelwieser: "Soy la criatura más infeliz, más desgraciada del mundo. Imagina a un hombre cuya salud es siempre quebradiza y a quien el desánimo hace empeorar cada vez más... Cada noche, cuando me voy a la cama espero no volver a despertarme por la mañana y cada mañana me trae tan sólo el recuerdo de las penas del día anterior".
A pesar de su angustia, Schubert no dejó de componer. Precisamente cuando la enfermedad le atacaba con mayor virulencia, en mayo de 1823, empezó una serie de veinte lieder que concluyó hacia finales del año; es el ciclo de La bella Molinera sobre unos poemas de Wilhelm Müller. La poesía espontánea, sencilla, casi popular de Müller, devolvió a Schubert la serena inspiración y la sencillez expresiva de sus más logrados lieder .


En el verano de 1824, una nueva estancia en Hungría, en el castillo de los condes Esterhazy, fue para Schubert un período de descanso y despreocupación, su salud mejoró notablemente, dándole la esperanza de una completa curación. En Zelesz compuso dos piezas a cuatro manos de carácter alegre y brillante: El Dúo en do mayor y el Divertimento a la húngara. En el verano siguiente, un nuevo viaje en compañía de Vogl, fue otro paréntesis de serenidad. Durante aquella segunda tournée, Schubert no se limitó a acompañar las actuaciones de Vogl, sinó que se exhibió también como solista al piano, ejecutando prefentemente su Sonata en la menor, una de sus más sentidas y más personales páginas. Carácter muy distinto, decididamente virtuosístico, tiene otra composición de aquellos días, la Sonata en re mayor.
Entretanto, gracias a las gestiones de los amigos y, sobre todo, a la labor divulgativa de Vogl, el nombre de Schubert comenzaba a ser conocido por un público cada vez más numeroso y los editores dejaron de ignorarle para empezar a publicar sus obras. Desgraciadamente el éxito venía en un momento en que Schubert, afligido por nuevos ataques de la enfermedad, hubiera necesitado descanso y tranquilidad. En cambio trabajaba intensamente. Entre 1826 y su último año, 1828, nacieron muchas de sus obras maestras: el Cuarteto en re menor conocido como La muerte y la doncella porque utiliza en el andante el tema de este lied, los dos Trios con piano, los Impromptus, los Seis momentos musicales, la Novena Sinfonía, el Quinteto en do y otro ciclo de lieder el Viaje de invierno sobre textos de Müller. Sus últimas obras fueron tres sonatas para piano y otros lieder que fueron reunidos después de su muerte, en el ciclo El canto del cisne.


La iglesia de St.Charles con el Glacis (espacio verde abierto) a la izquierda está la casa en donde Schubert se alojó en 1825 hasta el verano 1826

Schubert compuso el Viaje de invierno bajo la impresión que le produjo la muerte de Beethoven en marzo de 1827. En octubre del mismo año reunió a sus más queridos amigos y les cantó íntegra su nueva obra. Todos quedaron impresionados por la profunda tristeza que impregnaba aquellas páginas. Von Spaun escribió: Estoy seguro que la emoción con la que escribió sus más bello lieder y, sobre todo su Viaje de invierno, anunciaba su muerte prematura.
En efecto, la existencia de Franz llegaba a su fin. La enfermedad y el intenso trabajo de los últimos años había minado definitivamente su salud.
El 26 de marzo de 1828, exactamente un año después de la muerte de Beethoven, la Sociedad de Amigos de la Música de Viena organizó un concierto de obras de Schubert como homenaje al gran compositor desaparecido.
Se ejecutaron un grupo de lieder cantados por Vogl algunos coros, el Trío en mi bemol para piano y cuerda y el primer movimiento del Cuarteto en sol mayor. El concierto fue un éxito. Un glorioso futuro parecía abrirse delante de Schubert, pero en agosto su estado de salud era tan malo que tuvo que renunciar a un nuevo viaje en la Austria central con Vogl.



Reunión de Schubert con sus amigos en Atzanbrugg. Acuarela de Kupelwieser

En octubre no resistió la tentación de hacer una larga excursión en compañía de su hermano Ferdinand, en cuya casa vivía entonces. Se dirigieron a Eisenstad para visitar la tumba de Haydn. A la vuelta se inició el desenlace final. El 12 de noviembre Schubert escribió a Schober: Estoy enfermo. Desde hace once días no he comido ni bebido... si como algo, lo devuelvo enseguida. El 16 de noviembre, los médicos diagnosticaron una fiebre tifoidea (typhus abdominalis) provocada por aguas contaminadas. El 18 empezó a delirar y al día después, 19 de noviembre de 1828, murió a las tres de la tarde.
Grande fue la aflicción de sus amigos. Podemos considerar como una manifestación de sus sentimientos las palabras que el pintor Moritz von Schwind escribió a Schober: Schubert ha muerto y con él cuanto de más puro y bello había en nosotros. He llorado por él como por un hermano. Pero ha muerto en plena gloria y sus penas han terminado.
Schubert fue enterrado, interpretando su deseo, en el cementerio de Wöhring, a poca distancia de la tumba de Beethoven, y allí quedó hasta 1888, año en que el Ayuntamiento de Viena hizo transportar a los dos en el Cementerio Central, en el lugar que ha sido llamado el Panthéon de los Músicos, ahora están aún mas cerca uno de otro.




Franz Schubert: Sinfonía nº 8 "Inacabada".




Gute Nacht, lieder del Viaje de Invierno

Como extraño llegué aquí, como extraño partiré. Mayo me acogió con ramos de flores. Una chica habló de amor, su madre incluso de bodas...Ahora el mundo es sombrío, la nieve ocultó el camino.
No me es posible elegir la hora de mi partida, debo encontrar mi camino en esta oscuridad.Una sombra lunar será mi acompañante
y sobre blancas praderas buscaré el agreste sendero.
¿Qué caso tiene esperar, hasta que me arrojen fuera? Que aúllen los perros sueltos ante la casa de su amo. El amor gusta de errar de una a otra, porque así lo quiso Dios.

Amada mía, buenas noches. No quiero interrumpir tu sueño, me apenaría turbar tu descanso. Mis pisadas no has de oír, cerraré la puerta en silencio. Al pasar escribiré en el portal mi adiós, para que puedas ver que pensaba en ti al partir.
Gute Nacht (D.F. Dieskau) Impromptus op. 90, nº 1 y 2 (Zimerman) Die Junge Nonne (J. Baker) Wiegenlieder (V. de los Angeles) Trío nº 2, opus 100, Andante

No hay comentarios: