25 octubre 2008

Franz Schubert: Nacido para la música ( 1 )


Este año se cumple el 180 aniversario de la muerte de uno de los músicos más amados por el público: Franz Schubert. Es por ello que reproducimos aquí de nuevo un artículo de Jordi Cervelló, publicado en la revista "Algo" en Septiembre de 1978

"Como músico, Schubert vino al mundo en el momento justo". Estas palabras son del musicólogo Alfred Einstein, gran estudioso de la obra del compositor vienés. Schubert, en efecto, supo comprender y asimilar la herencia de Beethoven y transmitirla a los compositores que le siguieron, enriquecida por su personal aportación; pero, al mismo tiempo, supo restablecer los lazos con el pasado, con la tradición de Haydn y Mozart, que parecían comprometidos en los primeros años del siglo XIX. Por su respeto a las formas musicales, Schubert es un clásico, pero la novedad de su lenguaje y el carácter de su música hacen de él un romántico.
La infancia de Schubert fue feliz. Nació en Viena, en el suburbio de Lichtental, el 31 de enero de 1797, de Franz Theodor Schubert y de Elizabeth Vietz. Theodor Schubert, de origen campesino, era maestro de escuela y había ejercido su profesión en Nendorf, su pueblo natal en Moravia, hasta 1784 año en que se estableció en Viena. De su matrimonio con Elizabeth Vietz, celebrado el 17 de enero de 1785, nacieron catorce hijos (Franz era el número doce) de los que sólo cinco alcanzaron la edad adulta.
La casa natal de Schubert

Entre las obligaciones de un maestro de escuela austríaco, en los siglos XIII y XIX , estaba la enseñanza de la música; Theodor Schubert fue, así, el primer maestro de su hijo Franz también por lo que a la música se refiere. Al cumplir éste los ocho años, empezó a darle clases de violín, maravillándose por sus dotes excepcionales. Cuando comprendió que poco podía ya enseñarle, lo confió a Michael Holzer, maestro del coro en la iglesia parroquial de Lichtental. A los pocos días de iniciar sus lecciones, el nuevo maestro, muy emocionado, aseguraba que nunca había tenido un alunno tan dotado y decía: "Cuando quiero enseñarle algo nuevo, me doy cuenta de que ya lo sabe...Todo lo ha aprendido directamente de Dios". El hecho de que Theodor no intentara explotar la dotes de su hijo en provecho propio, sin duda dice mucho en favor de su inteligencia y rectitud.


Vista del patio interior de la casa; al fondo, la puerta principal.
El apartamento de Schubert estaba en la primera planta, a la izquierda, y se llegaba por un pasillo al aire libre. Consistía en una cocina ahumada y un cuarto con vista de la calle. Schubert vivió allí de 1797 a 1801.

En 1808, a los once años, Franz que tenía una bonita voz de soprano, fue admitido por concurso entre los niños cantores de la Capilla Imperial que estudiaban y residían en el "Stadtkonvikt", colegio muncipal, escuela preparatoria para la Universidad.
El Konvikt se encontraba en el centro de Viena, instalado en un antiguo colegio de los Jesuitas; había sido clausurado por el Emperador José II y fue abierto de nuevo por Francisco II, bajo la dirección de los Hermanos Piaristas.
Desde los doce hasta los diecisiete años Schubert estuvo interno en el Konvikt. En los primeros tiempos, añoró sin duda la casa paterna, llena de amor y serenidad, pero pronto supo conquistarse la amistad de sus compañeros y de todos los maestros y se le hizo má fácil soportar la severa disciplina del instituto. En realidad los años pasados en el Konvikt fueron felices para Schubert y muy importantes para su formación, ya que cursó los estudios secundarios que refinaron su sensibilidad y aumentaron su inclinación por la poesía, pudiendo además seguir y profundizar los estudios musicales. Estudiaba canto, música instrumental y de cámara y composición. Uno de sus maestros fue el célebre Salieri, rival de Mozart y maestro de Beethoven.

Retrato de Franz Schubert a los diecisiete años

El Konvikt tenía una orquesta formada únicamente por alumnos y dirigida por Wenzel Ruziczka. Todas las tardes esta orquesta daba un pequeño concierto; se ejecutaba una sinfonía precedida y seguida por otra pieza musical. Los autores que más se interpretaban eran Mozart y Haydn, pero también Cherubini y las primeras obras de Beethoven. Franz Schubert fue, en breve tiempo, primer violín de la orquesta, más adelante compuso algunas obras para la misma y en varias ocasiones sustituyó a Ruziczka en la dirección. A estas ejecuciones no asistía público, porque tenían como única finalidad el estudio, pero en verano las ventanas estaban abiertas y varias personas se reunían en la Plaza de los Jesuitas para escuchar; tanto fue el interés despertado, que un comerciante de la zona se dedicó a alquilar sillas para este público improvisado.
En los años de colegio Schubert se entregó a la composición con una asiduidad cada vez mayor. Joseph von Spaun, compañero y gran amigo suyo durante toda su vida, nos ha dejado en sus memorias un testimonio de estos primeros ensayos del jovencísimo músico: "A petición mía, me tocó un Minuetto compuesto por él; estaba rojo de vergüenza y atemorizado, pero mis aplausos le tranquilizaron. Me confesó que muchas veces ponía música a sus pensamientos, pero que su padre no debía saberlo, porque no quería que se dedicase a la música. Yo le proporcionaba el papel pautado que necesitaba."

De la producción de Schubert en estos primeros años, muy pocas páginas han llegado hasta nosotros, la primera, cronológicamente hablando, es una fantasía a cuatro manos escrita en abril de 1810, cuando el músico no había cumplido aún los trece años. Su biógrafo Einstein define así esta singular composición: "Tiene el sabor de una travesura realizada sobre el teclado del piano con un compañero" y observa que es muy significativo el hecho de que Schubert empiece su labor de compositor con una pieza a cuatro manos, ya que el tocar así en un instrumento se puede considerar un símbolo de amistad. En efecto, todas las composiciones de Schubert en esta modalidad están dedicadas a amigos y unas variaciones a cuatro manos fue la obra que dedicó a Beethoven, al que tanto admiraba. En los años siguientes las composiciones se multiplican: una segunda fantasía a cuatro manos, un cuarteto en sol, otro en do mayor, una obertura para la orquesta del colegio, algunas páginas de música religiosa y un grupo de cuatro lieder, primer núcleo de lo que será uno de los tesoros del arte schubertiano.

Continuará


A continuación podemos oir las siguientes obras de Schubert: Ave María (Pavarotti) Impromptu opus 90, nº 4 (Rubinstein) Lieder "Bliss" (E. Schwarzkopf) Serenata (Orquesta) Momento musical nº 3 (Horowitz) Lieder Margarita a la rueca(G. Janowitz)


Franz Schubert, Fantasia opus 103

18 octubre 2008

Franz Schubert: Nacido para la música ( 2 )


Absorbido por la composición Franz empezó a descuidar las otras disciplinas y, mientras en los primeros años de colegio había sido siempre el primero de la clase, ahora sus notas eran cada vez peores. De entonces datan las primeras desavenencias entre Franz y su padre. El maestro deseaba que su hijo menor fuera un honrado funcionario como él mismo y sus dos hijos mayores, Ignaz y Ferdinand, y que la ayudara en la enseñanza, practicando la música como hobby. Pero los sentimientos de Franz eran otros, se sentía nacido para la música, confiaba en su genio y no se resignaba a ser un músico "del domingo". En 1813 Schubert tenía dieciseis años, su voz había cambiado y la Capilla Imperial ya no le necesitaba; a pesar de ello la dirección del Konvikt decidió retenerle para darle una completa formación musical, pero Franz prefirió despedirse.

Manuscrito original del "Octeto"
En 1813 el último año pasado en el Konvikt, Schubert había escrito otros cuatro cuartetos, un octeto para instrumentos de viento, una canción báquica para bajo solo, coro de hombres y piano y la "Cantata para el aniversario de mi padre" para dos tenores, bajo y guitarra.
A los dieciseis años, los jóvenes austríacos tenían que estar a disposición del ejército imperial por un periodo de tiempo que podía llegar a los catorce años; era una perspectiva aterradora para Schubert y, dado que la profesión de maestro de escuela dispensaba del servicio militar, pensó seguir, por el momento, los consejos de su padre. Frecuentó entonces, durante un año, las clases de pedagogía en la Escuela Principal de Santa Ana y obtuvo el título de maestro auxiliar que le permitió convertirse en ayudante de su padre. Tuvo a su cargo la primera clase elemental. No era ciertamente un modelo de maestro. Estaba siempre distraído, los niños le irritaban y no podía evitar de pegarles, como él mismo confesó más tarde a un amigo.

Schubert usó gafas durante toda su vida debido a su miopía. Estos son dos modelos que se conservan.
Naturalmente, mientras frecuentaba la escuela de Santa Ana, siguió componiendo; nacieron entonces la Primera Sinfonía en re Mayor, el séptimo cuarteto, algunos lieder y la Misa en fa mayor, ejecutada el dieciseis de octubre de 1814 en la iglesia de Lichtental. Cantaba la parte del soprano una joven de dieciseis años llamada Teresa Grob, el primer amor de Franz Schubert. En 1821, Franz decía a uno de sus amigos: He amado una sola vez profundamente y he sido correspondido... Ella no era bonita, pero era buena, buena con todo el corazón. Durante tres años busqué por todos los medios un empleo que me permitiera casarme con ella; pero al final se casó con otro, en parte para dar gusto a su familia. He sufrido mucho. Todavía la amo y jamás encontraré una joven tan buena y tan dulce.
Schubert y Therese Grob
Uno de los empleos que Schubert solicitó cuando esperaba aún casarse con Teresa, fue la plaza de maestro de música en la Escuela Normal de Lubiana, salida a concurso en 1816. Desgraciadamente, a pesar de una carta de Salieri (que no recomendó a otro como se ha dicho), su solicitud no fue aceptada.
Después de la Misa en fa mayor, Schubert escribió una ópera en tres actos El Castillo del Diablo, sobre libreto del barón August von Kotzebue, y poco más tarde uno de sus más famosos lieder: Margarita a la rueca, sobre el poema de Goethe. Con esta obra maestra, el joven músico demostró haber llegado a la madurez artística, llevando al mismo tiempo el lied alemán a la perfección.
Schuber compuso Margarita a la rueca el 19 de octubre de 1814, desde entonces y hasta finales de 1815, vivió uno de los periodos más fecundos de su vida; escribió la música para cuatro óperas, las sinfonías Segunda y Tercera, dos Misas, el noveno cuarteto de cuerda, dos sonatas para piano, varias composiciones cortas para piano y cerca de ciento cuarenta lieder, entre los cuales otra obra maestra, siempre sobre un poema de Goethe: El rey de los Elfos.


Una vista de Viena en el siglo XVIII, poco antes de nacer Schubert. Pintura de Canaletto.
1816 fue un año importante para Schubert, no sólo por su producción artística de la que cabe destacar las sinfonías Cuarta (Trágica) y la Quinta, sinó también porque se decidió, por fin, a dejar la escuela para dedicarse únicamente a la música. Su padre, disgustado, le echó de casa y uno de sus amigos, Franz von Schober le acogió en la suya. A partir de este momento, los amigos fueron la verdadera familia de Schubert. Siempre había sido muy sociable y nada difícil al momento de escoger sus relaciones, supo encontrar verdaderos amigos, devotos y entusiastas que llenaron su vida. Sus nombre han llegado hasta nosotros: Hüttenbrenner, von Spaun, Hartmann, Mayrhofer, Schwind, Schober, etc.
Entre ellos había pintores, poetas, escritores, filósofos, pero un solo músico: Schubert. Por mediación de Schubert todos éramos amigos, escribió von Spaun. Franz era el verdadero animador del grupo, tanto que se dio a sus alegres reuniones el nombre de Schubertiadas. De todos sus amigos, el que más influencia tuvo tuvo sobre Schubert, fue el poeta Johann Mayrhofer, cuyos poemas sivieron de texto para varios lieder y que fue, quizás, el único que supo comprender la verdadera grandeza del arte del músico. Entre los más fieles hay que recordar a Joseph von Spaun, antiguo compañero en el Konvikt y el simpático y generoso Franz von Schober en cuya casa tenían lugar, a menudo, las Schubertiadas.

Escena de una "Schubertiada". Cuadro de Julius Schmid
Trío nº 1, 1er. mvto.(Yehudi y H. Menuhin ) Die Forelle (V. de los Angeles) Entreacto Rosamunda (Orquesta) Impromptu op. 90 nº 3( Horowitz)
An die Musik (J. Baker) Marcha militar (Orquesta)



Schubert: Sonata 784 Live-Recording in Wissembourg/France on 10 September 2006, performed by BORIS FEINER

11 octubre 2008

Franz Schubert: Nacido para la música ( 3 )

Retrato y autógrafo de Schubert. Dibujo de Kupelwieser, Museo Histórico de Viena.


1817 fue para Schubert el primer año de actividad libre. Su porvenir era incierto, ya que no escribía por encargo, como la mayoría de los músicos, ni tenía protectores influyentes, su unica esperanza era llegar a interesar a algun editor. Quizá por este motivo sus primeras composiciones en este año, fueron varias sonatas para piano, de fácil ejecución, breves y sencillas, pero altamente significativas, porque precisamente con estas amables piezas, Schubert creó un nuevo estilo que se distingue por una inagotable inventiva, gran riqueza armónica y fluidez de discurso. Otras composiciones de este periodo fueron algunas Oberturas orquestales de estilo italiano, fruto del descubrimiento, por parte de Schubert, de la música de Rossini y, naturalmente, otros famosos lieder como La Muerte y la Doncella, El Caminante y La Trucha.
Durante el verano de 1818, Schubert se trasladó a Hungría, en el castillo de Zelesz, como profesor de música de las hijas del conde Johann Esterhazy, María y Carolina. Era la primera vez que dejaba Viena y sus amigos.


Residencia veraniega del conde Esterhazy en Hungría, donde Schubert estuvo en los veranos de 1818 y 1824. Una placa y una escultura lo recuerdan.

Las primeras semanas pasaron rápidamente en un ambiente sereno y agradable; lejos de preocupaciones Schubert escribía a sus amigos: Me encuentro estupendamente. Vivo y compongo como un dios, y así debería ser siempre. Pero pronto empezó a aburrirse y a añorar su ciudad y sus amigos. De Hungría trajo, aparte de algunos lieder, sobre todo composiciones para piano a cuatro manos entre las cuales, según von Spaun, figuraban las variaciones sobre la canción francesa Reposez vois bon chevalier, que dedicó a Beethoven.
De vuelta a Viena, Franz tuvo que resolver el problema de la vivienda. Su padre intentó hacerle volver a casa y a la esuela, pero él prefirió compartir la habitación de su amigo Mayrhofer, semioscura, húmeda y carente de calefacción. Poco después, un nuevo personaje entró en la vida de Schubert: el cantante Johan Michael Vogl, que era entonces uno de los más famosos intérpretes de los teatros vieneses. Cediendo a las presiones de Schober (amigo del compositor), Vogl consintió, de mala gana, conocer al joven músico. En su primer encuentro se mostró distraído y condescendiente, pero una vez hubo leído algunos lieder, su actitud cambió y pronto se convirtió en el principal difusor de la obra vocal de Schubert y en uno de sus amigos más fieles.
Un paisaje de Austria.

Fue así que Franz pasó el verano de 1819 en tournée con Vogl en la alta Austria, en Steyr y en Linz. Durante esta gira memorable, Schubert se dio cuenta de que su música obtenía un éxito mayor de lo que había imaginado y se sintió halagado y fortalecido. Precisamente en Steyr compuso una de sus páginas más populares, el quinteto en la mayor llamado La Trucha. En el mismo año, Schubert respaldado y alentado por sus amigos, intentó conquistar Viena como autor dramático. Como hemos visto, ya en 1814 había compuesto la música para una ópera: El castillo del Diablo. Le siguieron en 1815, cuatro Singspiel (dramas cantados y hablados), entre los cuales uno sobre texto de Goethe: Claudina de Villa Bella.


En la pequeña localidad de Steyr, Schubert compuso el quinteto "La Trucha"
Entre 1819 7 1823, Schubert compuso la música para ocho óperas más y dejó inacabadas otras tres. Schober, von Spaun y el mismo Vogl hicieron jugar todas sus relaciones y el 14 de junio de 1820 se estrenó Los hermanos gemelos, en el viejo teatro de la Puerta de Carintia, pero el éxito no se produjo y, después de seis representaciones, la ópera fue retirada. Todos los otros trabajos dramáticos de Schubert que llegaron a estrenarse tuvieron igual suerte, la mayoría no se estrenaron. Esta incompatibilidad entre Schubert y la ópera se puede explicar con el hecho que su inspiración esencialmente lírica e intimista encontraba su perfecta realización en el lied, pero mal se adaptaba a las exigencias del teatro. Sus óperas son una serie de fragmentos líricos, algunos buenos, otros magníficos, pero falta en ellas la unidad y un verdadero clima dramático. Hay que añadir que en muy pocas ocasiones los libretti en los que trabajó estuvieron a la altura de la situación. Podemos preguntarnos por qué Schubert perdió tanto tiempo a cultivar un género que no se le adaptaba; la respuesta es sencilla: sólo el éxito en el teatro proporcionaba rápidamente fama e independencia económica.


Schubert en el parque de Viena saluda a unas jóvenes alumnas de piano

Como es de suponer, en estos años Schubert no se dedicó sólo al teatro, en 1821 esbozó y casi terminó su Séptima sinfonía (que fue más tarde completada por el director de orquesta Weingartner), y entre finales de 1822 y comienzos de 1823 escribió dos movimientos, allegro y andante, de una nueva sinfonía: la Octava. Un amplio movimiento, scherzo, quedó ampliamente esbozado y finalmente el trabajo fue abandonado; se trata de la Sinfonía Inacabada, que se estrenó en Viena el 17 de diciembre de 1865 y ha conquistado la más amplia popularidad. También de 1823 es la Sonata para piano en la menor en tres movimientos, una obra concisa y concentrada en la misma línea creativa de la Inacabada.


Arbusto rhododendron "Franz Schubert"


A continuación podemos escuchar de Franz Schubert las obras siguientes:

-Quinteto en La Mayor, D667 "La Trucha". Cuarteto Amadeus, Clifford Curzon, piano. Grabación histórica.
-Sinfonía nº 6 en do Mayor. Orquesta de Extremadura, director invitado: Jan Caeyers



04 octubre 2008

Franz Schubert: Nacido para la música ( 4 )

Monumento a Schubert en Viena

Los repetidos fracasos teatrales no desanimaron a Schubert, que tenía entonces sólo veintiseis años y soñaba aún con conquistar Viena, pero un hecho vino a destruir todas sus aspiraciones, contrajo una grave enfermedad entonces incurable: la sífilis. Al ver su salud irremediablemente comprometida, un profundo desespero se apoderó de Schubert. Así escribía en 1824, a su amigo Kupelwieser: "Soy la criatura más infeliz, más desgraciada del mundo. Imagina a un hombre cuya salud es siempre quebradiza y a quien el desánimo hace empeorar cada vez más... Cada noche, cuando me voy a la cama espero no volver a despertarme por la mañana y cada mañana me trae tan sólo el recuerdo de las penas del día anterior".
A pesar de su angustia, Schubert no dejó de componer. Precisamente cuando la enfermedad le atacaba con mayor virulencia, en mayo de 1823, empezó una serie de veinte lieder que concluyó hacia finales del año; es el ciclo de La bella Molinera sobre unos poemas de Wilhelm Müller. La poesía espontánea, sencilla, casi popular de Müller, devolvió a Schubert la serena inspiración y la sencillez expresiva de sus más logrados lieder .


En el verano de 1824, una nueva estancia en Hungría, en el castillo de los condes Esterhazy, fue para Schubert un período de descanso y despreocupación, su salud mejoró notablemente, dándole la esperanza de una completa curación. En Zelesz compuso dos piezas a cuatro manos de carácter alegre y brillante: El Dúo en do mayor y el Divertimento a la húngara. En el verano siguiente, un nuevo viaje en compañía de Vogl, fue otro paréntesis de serenidad. Durante aquella segunda tournée, Schubert no se limitó a acompañar las actuaciones de Vogl, sinó que se exhibió también como solista al piano, ejecutando prefentemente su Sonata en la menor, una de sus más sentidas y más personales páginas. Carácter muy distinto, decididamente virtuosístico, tiene otra composición de aquellos días, la Sonata en re mayor.
Entretanto, gracias a las gestiones de los amigos y, sobre todo, a la labor divulgativa de Vogl, el nombre de Schubert comenzaba a ser conocido por un público cada vez más numeroso y los editores dejaron de ignorarle para empezar a publicar sus obras. Desgraciadamente el éxito venía en un momento en que Schubert, afligido por nuevos ataques de la enfermedad, hubiera necesitado descanso y tranquilidad. En cambio trabajaba intensamente. Entre 1826 y su último año, 1828, nacieron muchas de sus obras maestras: el Cuarteto en re menor conocido como La muerte y la doncella porque utiliza en el andante el tema de este lied, los dos Trios con piano, los Impromptus, los Seis momentos musicales, la Novena Sinfonía, el Quinteto en do y otro ciclo de lieder el Viaje de invierno sobre textos de Müller. Sus últimas obras fueron tres sonatas para piano y otros lieder que fueron reunidos después de su muerte, en el ciclo El canto del cisne.


La iglesia de St.Charles con el Glacis (espacio verde abierto) a la izquierda está la casa en donde Schubert se alojó en 1825 hasta el verano 1826

Schubert compuso el Viaje de invierno bajo la impresión que le produjo la muerte de Beethoven en marzo de 1827. En octubre del mismo año reunió a sus más queridos amigos y les cantó íntegra su nueva obra. Todos quedaron impresionados por la profunda tristeza que impregnaba aquellas páginas. Von Spaun escribió: Estoy seguro que la emoción con la que escribió sus más bello lieder y, sobre todo su Viaje de invierno, anunciaba su muerte prematura.
En efecto, la existencia de Franz llegaba a su fin. La enfermedad y el intenso trabajo de los últimos años había minado definitivamente su salud.
El 26 de marzo de 1828, exactamente un año después de la muerte de Beethoven, la Sociedad de Amigos de la Música de Viena organizó un concierto de obras de Schubert como homenaje al gran compositor desaparecido.
Se ejecutaron un grupo de lieder cantados por Vogl algunos coros, el Trío en mi bemol para piano y cuerda y el primer movimiento del Cuarteto en sol mayor. El concierto fue un éxito. Un glorioso futuro parecía abrirse delante de Schubert, pero en agosto su estado de salud era tan malo que tuvo que renunciar a un nuevo viaje en la Austria central con Vogl.



Reunión de Schubert con sus amigos en Atzanbrugg. Acuarela de Kupelwieser

En octubre no resistió la tentación de hacer una larga excursión en compañía de su hermano Ferdinand, en cuya casa vivía entonces. Se dirigieron a Eisenstad para visitar la tumba de Haydn. A la vuelta se inició el desenlace final. El 12 de noviembre Schubert escribió a Schober: Estoy enfermo. Desde hace once días no he comido ni bebido... si como algo, lo devuelvo enseguida. El 16 de noviembre, los médicos diagnosticaron una fiebre tifoidea (typhus abdominalis) provocada por aguas contaminadas. El 18 empezó a delirar y al día después, 19 de noviembre de 1828, murió a las tres de la tarde.
Grande fue la aflicción de sus amigos. Podemos considerar como una manifestación de sus sentimientos las palabras que el pintor Moritz von Schwind escribió a Schober: Schubert ha muerto y con él cuanto de más puro y bello había en nosotros. He llorado por él como por un hermano. Pero ha muerto en plena gloria y sus penas han terminado.
Schubert fue enterrado, interpretando su deseo, en el cementerio de Wöhring, a poca distancia de la tumba de Beethoven, y allí quedó hasta 1888, año en que el Ayuntamiento de Viena hizo transportar a los dos en el Cementerio Central, en el lugar que ha sido llamado el Panthéon de los Músicos, ahora están aún mas cerca uno de otro.




Franz Schubert: Sinfonía nº 8 "Inacabada".




Gute Nacht, lieder del Viaje de Invierno

Como extraño llegué aquí, como extraño partiré. Mayo me acogió con ramos de flores. Una chica habló de amor, su madre incluso de bodas...Ahora el mundo es sombrío, la nieve ocultó el camino.
No me es posible elegir la hora de mi partida, debo encontrar mi camino en esta oscuridad.Una sombra lunar será mi acompañante
y sobre blancas praderas buscaré el agreste sendero.
¿Qué caso tiene esperar, hasta que me arrojen fuera? Que aúllen los perros sueltos ante la casa de su amo. El amor gusta de errar de una a otra, porque así lo quiso Dios.

Amada mía, buenas noches. No quiero interrumpir tu sueño, me apenaría turbar tu descanso. Mis pisadas no has de oír, cerraré la puerta en silencio. Al pasar escribiré en el portal mi adiós, para que puedas ver que pensaba en ti al partir.
Gute Nacht (D.F. Dieskau) Impromptus op. 90, nº 1 y 2 (Zimerman) Die Junge Nonne (J. Baker) Wiegenlieder (V. de los Angeles) Trío nº 2, opus 100, Andante