27 diciembre 2008

Joseph Lanner y el Vals


Generalmente asociamos a la palabra "Vals" el nombre de los Strauss (padre e hijos) autores de famosos valses, pero esta danza no fue creada por ellos, existía ya desde mucho tiempo antes.
El musicólogo francés Desrat en su Historia de la Danza Contemporánea, escribe que el vals a tres tiempos es de origen francés y que Enrique III de Francia bailó el primero con el nombre de "Volte". En un manuscrito del siglo XII se cita un nuevo baile de origen provenzano llamado "Volta", que se danzó en París en noviembre de 1178 e hizo las delicias de la Corte de Valois. Al parecer, más adelante los alemanes lo adoptaron con el nombre de "Waltzer" que significa girar. En la Europa central, especialmente en zonas contiguas a los Alpes se popularizó en ambientes rurales el Ländler, gracioso baile campesino danzado por parejas al compás del tres por cuatro y que pronto se extendió por Europa durante el siglo XVIII, aunque no estaba bien visto como un baile serio.


El famoso compositor romántico Carl Maria Von Weber con su hermosa obra "Invitación a la Danza" fue quien abrió las puertas de los salones al vals. El baile mantenía el tiempo ternario y sus giros característicos, pero se modificó la estructura y se refinaron sus formas.

Josef Lanner, que había nacido en Austria el año 1801, era en gran parte autodidacta y tocaba el violín en una pequeña orquesta de danza vienesa. Muy joven decidió crear un pequeño conjunto musical, un cuarteto de cuerdas, actuando en cafés, restaurantes y salones, interpretando sus deliciosos "Ländlers" y los primeros valses vieneses. Se hizo pronto conocido y famoso y con el tiempo fue aumentando el número de músicos, de diez a veinte, veinticinco y hasta treinta en ocasiones especiales hasta formar una pequeña orquesta. Uno de los músicos se llamaba Johann Strauss (padre) y llegó a ser su segundo.


Johann Strauss y su Orquesta

En fiestas populares, como el Carnaval, para poder atender todas las demandas los dos actuaban por separado, y pronto se hizo evidente una gran rivalidad entre ambos avivada por el entusiasmo del público que se manifestaba a favor de uno u otro. Finalmente ocurrió la ruptura y se formaron dos orquestas distintas. Hubo muchos rumores y comentarios sensacionalistas sobre la fuerte enemistad que existía entre ellos, pero lo cierto es que mantuvieron un respeto mutuo y en repetidas ocasiones incluso volvieron a tocar juntos.

En la Viena de entonces, hacia 1830, desaparecidos ya Haydn, Mozart y Beethoven, se producía la eclosión del período romántico ya iniciado años antes . Al público aficionado a la ópera, a los conciertos y audiciones sinfónicas, sucedía otro más frívolo que se entregaba en brazos de los valses de Lanner y Strauss. Según frase de un crítico de la época "En Viena se almuerza, se cena y hasta se duerme al son del vals". Valses por las calles, en los salones, valses por todas partes y hasta en las buhardillas más humildes se veían parejas valsando. Tampoco faltó quienes señalaban que todo aquel entusiasmo estaba manipulado por los políticos de la época para distraer a la población de las ideas revolucionarias que barrían febrilmente Europa.


Una vez separados artísticamente, cada uno con su propia orquesta e interpretando sus propias obras, mientras Josef Lanner prefería permanecer en Viena considerando el vals como propio de su país y difícil de apreciar por otros públicos, Johann Strauss decidió viajar para darlo a conocer y quizá también para alejarse un tiempo, visitando Alemania, los Países Bajos, Bélgica, Inglaterra y Escocia, obteniendo grandes éxitos y extendiendo su popularidad.
Josef Lanner fue nombrado para el puesto de Musik-Direktor del Redoutensäle en el Palacio Imperial de Hofburg, siendo su principal cometido dirigir los conciertos que se celebraban en honor de la nobleza y componer nuevas obras para la Orquesta de la Corte.


El Palacio Imperial de Hofburg, en Viena

Durante una epidemia de tifus que asoló Viena en el año 1843, Lanner falleció el Viernes Santo 14 de Abril, dos días después de haber cumplido cuarenta y dos años. Tuvo dos hijos, Augusto que murió a los 21 años y Katharina, bailarina de ballet clásico que fue prestigiosa profesora y coreógrafa en Londres y vivió hasta edad avanzada.
Johann Strauss I murió en 1849, a los 45 años. Sin duda, su nombre como compositor de valses ha perdurado más hasta nuestros días sobre todo por las obras de su hijo Johann II y sus dos hermanos Josef y Eduard que mantuvieron activa la Orquesta durante todo el siglo diecinueve, hasta que se disolvió en el año 1901.


A continuación podemos escuchar alguno de los más conocidos valses de Joseph Lanner.

12 diciembre 2008

Jacques Offenbach, la alegría de vivir ( 1 )


Ha finalizado la obertura; se ha descorrido el telón y una locomotora, casi tan grande como las de verdad, entra en la estación de ferrocarril del decorado, echando bocanadas de vapor. Desde el interior de los vagones iluminados, turistas extranjeros cantan exultantes, saboreando por anticipado las pícaras delicias de París. El público prorrumpe en aplausos, y en seguida se acomoda para disfrutar de tres horas de alegría musical. Cuando llega el final, la ovación es ensordecedora. Los espectadores salen del teatro sonrientes, tarareando y silbando
¿Un nuevo éxito de la comedia musical? No exactamente. Es la reposición en París de La vie Parisienne, una opereta con más de cien años pero tan divertida y vibrante como el día que saltó a las candilejas por primera vez. ¿Su compositor? El inventor de la opereta, que luego daría lugar a la comedia musical: Jacques Offenbach.


Uno de los contemporáneos del siglo XIX, Gioacchino Rossini, le llamó "El Mozart de los Campos Elíseos". Giacomo Meyerber, el gran sacerdote de la ópera francesa, tenía un palco abonado para cada representación de Offenbach. El filosófo Federico Nietzsche calificó su música de "momentos de perfecto buen humor". Pero quizá la descripción más acertada del encanto de Offenbach se deba al compositor y director de orquesta contemporáneo Manuel Rosenthal: "El verdadero ritmo de su música es el latido del corazón".
Y hoy, más de un siglo después de su muerte, ese corazón todavía late con fuerza. Reposiciones de las obras más conocidas de Offenbach, como La via Parisienne, Orfeo en los Infiernos, La Perichole, y La Gran Duquesa de Gerolstein, se representan a teatro lleno en muchos países, y también están de moda sus numerosas obras en un solo acto. Su ópera Los Cuentos de Hoffman figura en el repertorio de la mayoría de las compañías de ópera de Europa y de los Estados Unidos.

Irónicamente, ningún recién llegado a París parecía tener un futuro menos prometedor que los tres pobres judíos alemanes que, procedentes de Colonia, se apearon de una diligencia en noviembre de 1833. Isaac Offenbach traía a sus hijos a Francia con objeto de completar su educación musical en este país. Julius, de dieciocho años, tocaba el violín, y Jacob, de catorce, el violoncelo.
El padre de los muchachos trató de conseguir para Jacob una audición con Luigi Cherubini, el tiránico director del famoso Conservatorio de París. Cherubini disfrutaba sofocando las aspiraciones de jóvenes músicos. "Las reglas del Conservatorio determinan que no puede ser admitido ningún estudiante extranjero", anunció a Isaac. (Diez años antes, se había negado a aceptar nada menos que a Franz Liszt porque era húngaro). Pero Isaac persuadió a Cherubini para que oyera a Jacob. El director exhumó una difícil sonata italiana y se la arrojó al muchacho. Jacob la ejecutó sin un fallo. Cherubini saltó de la silla exclamando: "¡Suficiente! Haré una excepción... ¡Estudiará en el Conservatorio!".
Sin embargo, un año más tarde, Jacob o Jacques, nombre que no tardó en adoptar, dejó el Conservatorio porqué se sentía aburrido y aceptó un empleo como violoncelista en la orquesta de la Opera Cómica. Cuando no tocaba, se dedicaba a componer
En 1839, se unió a un aristocrático joven alemán, Friederich von Flotow (futuro compositor de la ópera Marta), para tocar en los salones de moda. Haciendo imitaciones de gritos de animales con su violoncelo, y con su charla inteligente y salpicada de "humor de Bulevar", Offenbach pronto se convirtió en favorito del publico.
Su aspecto físico acentuaba la broma. De poco más de metro y medio de altura y unos 45 kilos de peso, su aspecto fantasmagórico-brillantes ojos oscuros, nariz aguileña y cabello largo y ensortijado- sorprendía a los invitados y a los padres de su futura esposa, Herminie. Para conquistarla, Jacques accedió a convertirse al catolicismo a dar una serie de conciertos que tuvieran éxito. Cumplió ambos requisitos. Y su triunfal gira por Inglaterra, realizada en 1844, le aseguró una perdurable popularidad en aquel país.

La Opera Cómica de París

De vuelta a Francia, en busca de un empleo serio, Offenbach puso sitio a la Opera Cómica y visitó en repetidas ocasiones al director. Pero los círculos tradicionales de la música le rehuían por demasiado satírico, original y por no ser francés.
Después de la revolución de 1848 asumió el poder Luis Napoleón, un casi desconocido que había pasado la mayor parte de su vida en Suiza,Alemania e Italia y que más tarde sería Napoleón III.
Su presuntuosa corte sentía gran inclinación por la pompa imperial y la alegría de vivir, y París pasó a ser la capital mundial de las diversiones. La música de Offenbach, otro forastero, se identificaría con el brillante Segundo Imperio de Napoleón.
Offenbach dirigía ahora la orquesta de la Comedia Francesa y a menudo presentaba composiciones suyas. Entre los que aplaudían sus actuaciones, estaba el conde (luego Duque) de Morny, hermano del Emperador. Con el apoyo de Morny compró el Bouffes-Parisiens, un pequeño teatro junto al Palacio de la Industria, centro de la próxima Exposición Universal de 1855.

El puente Alexander III en París

Después de trabajar febrilmente para renovar el interior, Offenbach sólo disponía de tres semanas para componer, formar el elenco y ensayar su primer programa completo para el 5 de julio de 1855: un prólogo, una pantomina, una parodia operística y un apunte satírico. Algunos de los ingredientes -valses, canciones de amor, fragmentos de melodías sin estrenar- ya estaban listos. Pero Offenbach necesitaba un hábil artesano capaz de hilarlo todo con un argumento. Entonces oyó hablar de Ludovic Halévy, un joven dramaturgo fustrado. Offenbach corrió a la oficina del gobierno donde éste trabajaba y le explicó que debían ponerse a escribir inmediatamente. Halévy aceptó encantado y así nació una colaboración que duraría veinte años.
Los actores masculinos de Offebach eran de primera categoría, y sus divas estaban espléndidamente equipada tanto en lo que respecta a la voz como a otras cosas. Gracias en parte a Hortense Schneider, una bella pelirroja que fue la primera actriz, la ambiciosa obra de Offenbach El violín Mágico constituyó un éxito inmediato. A partir de entonces, el Bouffes estuvo lleno todas las noches.

Auguste Renoir (1841-1919) Le Moulin de la Galette
A continuación escuchamos la obertura de "Orfeo en los infiernos" por la Orquesta Sinfónica de Lima y una selección de obras de Jacques Offenbach. Cantan José Carreras, René Kollo, Régine Crespin y Ann Sofie von Otter.


06 diciembre 2008

Jacques Offenbach, la alegría de vivir ( 2 )


Seis meses después, al clausurarse la Exposición, Offenbach encontró otro teatro cerca de la Opera, al que también dio el nombre de Bouffes-Parisiens. Las nueva obras se ensayaron a toda prisa. Con Halévy, Offenbach creó Bata-clan y Madame Papillon y, con Michel Carré, La Rose de Saint-Flour, a la que calificó por primera vez de "Opereta".
A pesar de su genio en el quehacer teatral, Offenbach era un mal hombre de negocios que gastaba más de lo que ganaba. Perseguido por sus acreedores necesitaba un gran éxito. Lo logró en 1858 con Orfeo en los Infiernos, una parodia de la leyenda griega de Orfeo. Para el inteligente libreto de Halévy, Offenbach compuso una brillante partitura. También sacó el can-can de los cabarets vulgares y lo llevó al escenario. La danza se convirtió en el furor de París.


Orfeo se representó 228 veces, un récord en su tiempo, y en 1859 los ingresos del Bouffes llegaron a casi medio millón de francos. Al año siguiente Offenbach tomó la nacionalidad francesa por orden personal del Emperador y, como en aquel momento no tenía deudas, se hizo construir una casa de verano, la Villa Orphée, en Etretat, en la costa de Normandía. Le gustaba descansar allí con su esposa, sus cinco hijos y sus numerosos amigos.
Sin embargo, no descansaba mucho tiempo. Nuevas obras seguían a vertiginoso ritmo (tres en 1859, cuatro en 1860 y cinco en 1861). El público acudía en tropel a reírse de la abierta parodia de su propia sociedad y a llevar el compás de las nuevas melodías que Offenbach les ofrecía en número ilimitado. Fuera del teatro, su música se oía por doquier: en pianos de dorados salones, en bailes de la corte, en cabarés de barrios y hasta en los estridentes compases de las bandas militares. Un crítico de música de París señaló: "El señor Offenbach compone tres valses antes de almorzar, una mazurca después de cenar y cuatro galops entre las comidas".


Para mantener aquel prodigioso ritmo de producción, hizo instalar un escritorio en su carruaje para poder repasar las partituras camino de los ensayos. A un amigo le escribió: "Tengo un vicio terrible: no puedo parar de trabajar. Lo siento por aquellos a quienes no les gusta mi música, porque yo, con toda seguridad, moriré con una melodía en la punta de mi pluma".


Halévy dejó una vívida imagen del compositor en su trabajo: "Escribía con gran rapidez. Luego, para buscar una armonía, tocaba en el piano algunos acordes con la mano izquierda. Sus hijos iban y venían a su alrededor, jugando, riendo y cantando. Llegaban amigos y colaboradores. El hablaba, chismorreaba, bromeaba y seguía escribiendo con la mano derecha".
La frenética actividad de Offenbach no tardó en hacer mella en su salud. Tenía reúma y gota. Su aspecto demacrado y sus escasos mechones de pelo inspiraron muchas caricaturas. Sin embargo, entre 1864 y 1866 compuso nada menos que quince operetas.
En 1867 produjo La Gran Duquesa de Gerolstein, que trataba de la fatua corte y el pretencioso ejército de un imaginario principado alemán. Cuando el canciller prusiano Otto von Bismarck vio la obra en París exclamó encantado: "Así es exactamente como es" y agregó: "Terminaremos con los Gerolstein". El plan de Bismarck para unificar Alemania suponía la guerra, porque Francia no podía tolerar una Alemania fuerte en sus fronteras. A pesar de esto, las amenazadoras nubes de guerra no hicieron más que aumentar la popularidad de La Gran Duquesa.

Napoleón III (primero a la izquierda y el Canciller Bismarck en Sedán.

La rápida derrota de los franceses en 1870 marcó el final del Segundo Imperio. Se dice que Napoleón III mantuvo su compostura durante la rendición a los prusianos en Sedán. Pero aquella noche, solo y prisionero en un castillo, oyó a una banda militar enemiga tocar en la distancia una melodía de Offenbach, y toda su entereza se derrumbó al son de la familiar música, y se echó a llorar.
Mientras tanto. Offenbach comprobó de repente que la prensa le tildaba de prusiano, y sus enemigos culpaban a sus frívolas sátiras de la derrota de Francia. Triste y perplejo, abandonó el país y se dirigió a España, pero pronto regresó. Decidido a rehacer su fortuna, Offenbach produjo una reposición de Orfeo. Con la nueva obra recaudó más de dos millones de francos, pero pronto los despilfarró en producciones costosas que no tuvieron éxito. Una vez más se enfrentaba con la bancarrota.
Entonces le llegó una invitación de Norteamérica para dirigir treinta conciertos con motivo de la celebración del centenario de Estados Unidos, en 1876. Aunque transido por el dolor y la enfermedad, Offenbach actuó durante seis semanas a teatro lleno. Animado por su éxito norteamericano, regresó a París y compuso dos brillantes operetas más: Madame Favart y La hija del Tambor Mayor.

Una fotografía de París de noche.

A pesar de sus éxitos en la opereta, Offenbach estaba decidido a pasar a la posteridad como compositor "serio". A los sesenta y un años, cada día con más precaria salud, trabajó en la cama con la idea de terminar una ópera: Los cuentos de Hoffman. Era una carrera contra la muerte: para el 4 de octubre de 1880 sólo había completado la partitura de piano y algunos fragmentos de la orquestación (otros se la completarían). Con el manuscrito aún en la mano, tuvo un ahogo. "Todo acabará esta noche...", murmuró a su familia.
A la mañana siguiente, el cómico Léonce, que protagonizaba Orfeo, llegó al piso del compositor. El portero de la casa salió a recibirle, diciendo: "El señor Offenbach ha fallecido... Murió sin darse cuenta". Léonce respondió: ¡Ah... Como se va a sorprender cuando se dé cuenta!".
Era un epitafio realmente adecuado, igual que el diálogo de una opereta de Offenbach.


Pintura de Claude Monet (1840-1926)

A continuación escuchamos una selección de "Los Cuentos de Hoffman". Cantan Plácido Domingo, Natalie Dessay, Agnes Baltsa, Ileana Cotrubas.

Podemos escuchar ahora la deliciosa obra "Gaité Parisienne", un arreglo de Rosenthal con las más famosas obras de Offenbach