14 diciembre 2009

El Ballet: Scherezade ( 1 )


En el invierno de 1887, mientras trabajaba en la ópera El Príncipe Igor que Borodin había dejado inacabada, Nikolai Rimsky Korsakov decidió componer una obra orquestal inspirándose en episodios del famoso libro "Las Mil y Una Noches". Durante el verano siguiente se trasladó a la dacha de Glinki-Mavriny, cerca de un lago, y allí terminó la suite sinfónica que llamó "Scherezade". En principio tituló sus cuatro movimientos como Preludio, Balada, Adagio y Final, pero más adelante rectificó los mismos añadiendo alguna descripción y finalmente los borró argumentando que el oyente debía escuchar la música sin relacionar argumento alguno.
En la actualidad se han conservado los títulos originales para señalar los cuatro movimientos:

I El mar y la nave de Simbad
II El príncipe de Kalendar
III El joven príncipe y la joven princesa
IV Festival en Bagdad. El mar. El barco encalla contra un acantilado superado por el Jinete de Bronce.

Rimsky Korsakov además de compositor era oficial de la marina de su pais, Rusia. En sus viajes pudo conocer la milenaria cultura de los lugares de Oriente que visitaba y transcribir sus impresiones en Scherezade, donde además de una bellísima inspiración melódica nos muestra una deslumbrante y colorida orquestación.

La legendaria ciudad de Samarkanda

"Cuéntase que en lo que transcurrió en la antigüedad del tiempo y en lo pasado de la edad, hubo un Rey entre los Reyes de Sassan, en las islas de la India y de la China..."
Con estas palabras empieza el libro de "Las Mil y Una Noches, y con él la historia de Scherezade.
Tenía dos hijos y ambos eran heróicos jinetes; pero el mayor valía aún más que el menor. El mayor reinó en los países, gobernó con justicia entre los hombres, y por eso le querían los habitantes del reino. Llamábase el Rey Schahriar. Su hermano llamado Schahzaman, era Rey de Samarkanda.
Siguiendo las cosas el mismo curso, residieron cada uno en su pais y gobernaron con justicia durante veinte años. Y llegaron ambos hasta el límite del desarrollo y el florecimiento.
No dejaron de ser así, hasta que el mayor sintió vehementes deseos de ver a su hermano. Entonces ordenó a su Visir que partiese y volviese con él. El Visir contestó: Escucho y te obedezco.

El Rey Schahriar, según boceto de Bakst

Partió, pues, y llegó felizmente por la gracia de Alah; entró en casa de Schahzaman, le transmitió la paz, le dijo que el Rey Schahriar deseaba ardientemente verle, y que el objeto de su viaje era invitarle a visitar a su hermano. El Rey Schahzaman contestó: Escucho y obedezco. Dispuso los preparativos de la partida, mandando sacar las tiendas, sus camellos y sus mulos, y que saliesen sus servidores y auxiliares. Nombró a su Visir gobernador del reino y salió hacia las comarcas de su hermano.
Pero a media noche recordó una cosa que había olvidado; volvió a su palacio apresuradamente y encontró a su esposa en brazos de un negro, esclavo entre los esclavos.


Al ver tal cosa, el mundo se oscureció ante sus ojos. Y se dijo: Si ha sobrevenido tal aventura cuando apenas acabo de dejar la ciudad, ¿cual sería la conducta de esta libertina si me ausentase algún tiempo para estar con mi hermano? Desenvainó el alfanje y los acometió a ambos, dejándolos muertos sobre los tapices del lecho. Volvió a salir sin perder una hora ni un instante, y ordenó la marcha de la comitiva. Y viajó de noche, hasta avistar la ciudad de su hermano.
Entonces, éste se alegró de su proximidad, salió a su encuentro, y al recibirlo le deseó la paz. Se regocijó hasta los mayores límites del contento, mandó adornar en honor suyo la ciudad, y se puso a hablarle lleno de efusión. Pero el Rey Schahzaman recordaba la aventura de su esposa, y una nube de tristeza le velaba la faz. Su tez se había puesto pálida y su cuerpo se había debilitado. Al verle de tal modo, el Rey Schahriar creyó en su alma que aquello se debía a haberse alejado de su reino y de su país, y lo dejaba estar sin preguntarle nada.

Al fin, un día, le dijo: Hermano tu cuerpo enflaquece y tu cara amarillea. Y el otro respondió: ¡Ay, hermano, tengo en mi interior como una llaga en carne viva! Pero no le reveló lo que le había ocurrido con su esposa. El Rey Schahriar le dijo: Quisiera que me acompañases a cazar a pie y a caballo, pues así tal vez se esparciera tu espíritu. El Rey Schahzaman no quiso aceptar, y su hermano se fue solo a la cacería.

Había en el palacio unas ventanas que daban al jardín, y habiéndose asomado a una de ellas el Rey Schahzaman, vio como se abría una puerta para dar salidada veinte esclavas y veinte esclavos, entre los cuales avanzaba la mujer del Rey Schahriar en todo el esplendor de su belleza. Súbitamente la mujer del Rey gritó: ¡Oh, Massaud! Y enseguida acudió hacia ella un robusto esclavo negro, que la abrazó. Ella se abrazó también a él, y a tal señal todos los demás esclavos hicieron lo mismo con las mujeres. Y así siguieron largo tiempo, hasta cerca del amanecer.


Al ver aquello, pensó el hermano del Rey: ¡Por Alah! Más ligera es mi calamidad que esta otra. Inmediatamente, dejando que se desvaneciese su aflicción se dijo: En verdad, que esto es más enorme que cuanto me ocurrió a mí. Y desde aquel momento volvió a comer y a beber cuanto pudo.
A todo esto, el Rey, su hermano, volvió de su excursión y ambos se desearon la paz intimamente. Luego el Rey Schahriar observó que su hermano el Rey Schahzaman acababa de recobrar el buen color, pues su semblante había adquirido nueva vida, y advirtió también que comía con toda su alma después de haberse alimentado parcamente en los primeros días. Se asombró de ello, y dijo: Hermano, poco ha te veía amarillo de tez, y ahora has recuperado los colores. Cuéntame qué te pasa.
Entonces el Rey Schahzaman le refirió cuanto había visto.
Y el Rey Schahriar dijo: Ante todo, es necesario que mis ojos vean semejante cosa. Su hermano le respondió: Finge que vas de caza,pero escóndete en mis aposentos, y serás testigo del espectáculo: tus ojos lo comprobarán. (Continúa)

"Scherezade" de Rimsky Korsakov. Orquesta de Filadelfia, director Eugene Ormandy

No hay comentarios: