Hubo una vez hace cincuenta años, otra Angela Gheorghiu, cantante también rumana tan o más famosa que ella y una intérprete inolvidable de la ópera de Verdi "La Traviata", a la que sólo la gigantesca figura de María Callas pudo hacer sombra.
Su verdadero nombre era Virginia Zehan y nació en Transilvania (Rumanía) el 21 de Octubre de 1925. Al tiempo que estudiaba literatura y filosofía en la Universidad de Bucarest, recibió lecciones de canto de Lucía Anghel continuando su formación con la soprano y pedagoga Lydia Lipkowska. A los diecinueve años terminó sus estudios formales de canto en Italia con el famoso tenor Aureliano Pertile, solista favorito del gran director Arturo Toscanini.
Su debut oficial fue en 1948 en el Teatro Comunale de Opera en Bolonia (Italia), con el papel de Violeta de "La Traviata", del que hacía una interpretación tan extraordinaria como cantante y actriz que llegó a representarlo más de 600 veces en el curso de toda su carrera. En 1955 debutó en la Opera de Roma y se convirtió en "prima donna" absoluta de aquel importante teatro durante veinticinco años.
Escenario del Teatro de la Opera de Roma
Actuó en el Metropolitan de Nueva York, el Teatro Bolsoi de Moscú, el Convent Garden de Londres, la Opera de Berlín y por toda Europa. En Barcelona se presentó en el GranTeatro del Liceo cantando "La Boheme" de Giaccomo Puccini, el día 21 de Noviembre de 1964. Junto a ella debutó un joven tenor llamado Jaime Aragall y el éxito obtenido por ambos fue según los críticos "inenarrable" y "delirante", hubo que ofrecer una quinta función extra y el comentarista Sr. Roger Alier lo describe así "El delirio de esa quinta "Boheme" será recordado por cuantos lo vivieron, como uno de los puntos culminantes de la historia del Liceo en esta segunda mitad del siglo XX".
Quizá fue la rival más directa de María Callas. Su gran repertorio comprendía unos 60 papeles diferentes entre los que sobresalían: Fausto de Gounod, Manon de Massenet, Luccia y Elisir d'Amore de Donizetti, I Puritani de Bellini, Otello de Rossini, Alzira, Aida, Don Carlos y Otello de Verdi, Eugen Oneghin de Chaikovsky, Lohendrin de Wagner, Tosca y la citada Boheme de Puccini. Cantó en compañía de los más famosos tenores de la época: Beniamino Gigli, Plácido Domingo, Ferruccio Tagliavini, Luciano Pavarotti, y Jaime Aragall, entre otros.
El famoso castillo Sant´Angelo, dramático escenario de la ópera "Tosca" de Puccini
En 1956 fue invitada a cantar en el Teatro La Scala de Milán la ópera Giulio Cesare de Haendel junto al tenor Franco Corelli, la mezzo Giulietta Simionato y el bajo Nicola Rossi-Lemeni. Con éste último se casó y vivió en feliz matrimonio 34 años, hasta el fallecimiento de él en 1991.
Favorita del compositor francés Francis Poulenc, éste le dedicó el papel de "Blanche de la Force" la protagonista de su famosa obra "Diálogos de Carmelitas", que cantó en su estreno mundial el 26 de Enero de 1957 en La Scala de Milán. La acompañaba otra eminente soprano: Leyla Gencer.
Con el paso del tiempo su voz cambió de soprano coloratura a lírica y dramática, aunque gracias a la excelente educación musical recibida y a su técnica vocal superior, juntamente con su dinamismo teatral, vitalidad y sensibilidad artística pudo permanecer en un primer puesto cerca de treinta años gozando del favor de público y críticos.
Retirada ya de la ópera, ella y su marido continuaron en activo como profesores distinguidos en la Universidad de Indiana (Estados Unidos) ejerciendo como instructores de la voz.
Virginia Zeani reside actualmente en West Palm Beach (Florida, EE.UU.) donde continuó su labor docente con clases particulares para Florida Gran Opera Young artist program y Palm Beach Opera Young artist program. Son numerosos sus discípulos notables, citaremos como muestra a Vivica Genaux, Elizabeth Frutal y Angela Browm (que debutó con gran éxito en 2004 en el Metropolitan de Nueva York con "Aida"), entre otros muchos.
Desgraciadamente, sus grabaciones discográficas son escasas, algo realmente incomprensible, a no ser que ella lo deseara así. Existen grabaciones pirata pero aunque valiosas, no permiten apreciar con perfección la belleza, calidad y extensión de su gran voz.
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