El 4 de Marzo de 1678 nacía en Venecia el hijo primogénito de Giovanni Battista Vivaldi y de Camilla Calicchio. El recién nacido se encontró en peligro de muerte y tuvo que ser bautizado por la misma comadrona; dos meses más tarde fue llevado a la iglesia para los exorcismos y demás ritos bautismales. Este frágil niño al que se le impusieron los nombres de Antonio Lucio, sería más adelante uno de los más destacados representantes de la música italiana de todos los tiempos.
Giovanni Battista y Camilla tuvieron otros seis hijos: tres hembras y tres varones, todos vivieron oscuramente, sólo de dos de esos niños tenemos alguna noticia por cierto no muy edificante, ya que el mayor, Francesco fue expulsado de Venecia en 1721 por haber insultado a un patricio y al otro, llamado Iseppo, le fue aplicada la misma pena en 1729 por haberse batido a cuchillo con un coetáneo suyo.
Giovanni Battista y Camilla tuvieron otros seis hijos: tres hembras y tres varones, todos vivieron oscuramente, sólo de dos de esos niños tenemos alguna noticia por cierto no muy edificante, ya que el mayor, Francesco fue expulsado de Venecia en 1721 por haber insultado a un patricio y al otro, llamado Iseppo, le fue aplicada la misma pena en 1729 por haberse batido a cuchillo con un coetáneo suyo.
Mapa de Venecia en el año 1565 por B. Zaltieri
Todos los miembros de la familia Vivaldi poseían una abundante cabellera pelirroja, hecho que les valió el apodo de "i rossi" (los rojos), en cuanto a Antonio, por esta misma peculiaridad, fue llamado toda su vida el "prete rosso". Giovanni Battista era un violinista muy apreciado y había sido admitido en la Capella Ducale de San Marco, uno de los centros musicales más importantes de Europa. Fue seguramente feliz cuando se dio cuenta que su hijo primogénito estaba excepcionalmente dotado para la música; se dedicó a su educación musical y tuvo la satisfacción de verle entrar muy joven en la Capella Ducale como violinista suplente.
Para asegurar el futuro de su hijo preferido, Giovanni Battista pensó destinarle al sacerdocio que le proporcionaría protección e importantes ventajas. A la edad de diez años Antonio entró en el seminario de San Geminiano, que precisamente no se distinguía por el fervor religioso. En 1693 recibió las órdenes menores y el 23 de marzo de 1703 fue ordenado sacerdote.
El ministerio del "prete rosso" tuvo tuvo corta duración, dijo misa por el período de un año o algo más, pero después dejó de decirla para siempre. A este propósito circulaba en Venecia la siguiente anécdota: "Un día cuando Vivaldi estaba diciendo misa, le vino a la cabeza el tema de una fuga. Inmediatamente dejó el altar donde oficiaba y se fue a la sacristía para escribir el tema... Se le denunció a la Inquisición, que afortunadamente le consideró como un músico, es decir como un loco, y se limitó a prohibirle que siguiera diciendo misa".
En los últimos años de su vida, Vivaldi dio una explicación muy distinta de los hechos en una carta dirigida a uno de sus protectores, el marqués Bentivoglio: "Hace veinticinco años que no digo misa y nunca más volveré a decirla, y no por orden o prohibición de mis superiores... sino por decisión mía, a causa de un mal que me oprime desde que nací. Apenas ordenado sacerdote, dije misa durante un año o algo más y luego dejé de hacerlo por haber tenido que abandonar el altar sin terminarla... no puedo andar a causa de este mal de pecho, o mejor dicho de esta estrechez de pecho".
Estaba relacionada esta misteriosa enfermedad con el peligro de muerte que alcanzó a Vivaldi en el momento de su nacimiento? ¿Sería una enfermedad "diplomática"? ¿O la manifestación de una neurosis que se hacía patente en el momento de cumplir las obligaciones propias de un sacerdocio no sentido y abrazado sólo por oportunismo? Esta parece ser la explicación más satisfactoria, ya que la intensidad de la vida de Vivaldi y su incansable actividad están en desacuerdo con una debilidad física permanente.
El edificio alto en primer plano es la iglesia de Santa María della Visitazione "La Pietá" y se construyó adyacente al Ospedale.
En septiembre de 1703, o sea en el mismo año de su ordenación, Vivaldi entró como profesor de violín en el "Ospedale della Pietá". Era este uno de los cuatro hospicios existentes en Venecia que acogían a las niñas abandonadas, huérfanas o ilegítimas, los otros tres eran: el hospital "dei Mendicanti", el de San Giovanni e Paolo y el hospital "degli Incurabili". La Pietá fue el único que se mantuvo abierto hasta el siglo XIX. Los otros tres cerraron a finales del siglo XVIII. En estos hospicios las niñas recibían una esmerada educación y se les enseñaba sobre todo la música y el canto, bajo la guía de excelentes maestros. En los domingos y días festivos se organizaban conciertos públicos que llegaron a ser muy concurridos y a proporcionar significativos ingresos a las citadas instituciones.
Cuando Vivaldi entró en la Pietá, se le asignó un sueldo de 100 ducados anuales, aumentados a 150 en el año siguiente. A pesar de la modestia de estos honorarios, Vivaldi enseñó en la Pietá durante casi toda su vida y reservó para las "figlie di coro", (así eran llamadas las ejecutantes) la mejor faceta de su personalidad, la del músico desinteresado que se dedica en cuerpo y alma a su arte.
Por otra parte el coro y el conjunto instrumental de primer orden que tenía a su disposición en el hospicio, le permitieron poner rápidamente en práctica sus ideas musicales y componer con una libertad y una audacia que quizá no le hubiera sido posible en un ambiente menos propicio. Los efectos no se hicieron esperar, después de la publicación de dos series de sonatas aún bastante convencionales (op. 1 y op. 2), el opus 3 fue la revelación del genio innovador del joven músico: opus 3 titulado "Estro Armonico" consta de doce conciertos de forma instrumental muy variada: 1 y 4 para cuatro violines solistas, 2 y 11 para dos violines y un violoncello, y los restantes 3, 6, 9 y 12 para violín solista.
El "Estro Armonico" obtuvo un gran éxito, fue ampliamente difundido y, a través de las transcripciones de J.S. Bach, ejerció una importante influencia también sobre la música instrumental alemana. Fue publicado en 1711 por el editor holandés Estienne Roger; en esta época, Vivaldi era ya muy conocido en Venecia sea por su actividad en el Pietá cuyos conciertos eran cada vez más famosos, sea por sus exhibiciones como violinista.
Había actuado en los palacios de los principales patricios venecianos y en el del embajador de Francia y, sobre todo, disputado victoriosamente un verdadero torneo en el Palacio del embajador imperial Ercolani con un violinista protegido por el emperador. Un testigo del encuentro escribió: "Para terminar, añadió una cadenza improvisada que me espantó, una cadenza tal que es imposible se haya tocado o se pueda tocar nunca igual. Llegaba con sus dedos a la distancia de una brizna de paja del puente, y eso sobre las cuatro cuerdas y con una velocidad increíble, sorprendiendo a todo el mundo".
Cuadro del pintor inglés Turner, obra de 1835, y que muestra el Gran Canal de Venecia.
En 1713 Vivaldi conoció a Francesco Santurini empresario del teatro Sant Angelo y emprendió
una nueva actividad, la de empresario teatral que le reportaría, con el tiempo, grandes beneficios y mala reputación. No era la primera vez que el músico entraba en contacto con el mundo del teatro; cuando era aún niño, su padre, además de sus actividades en la cappella Ducale, había aceptado un puesto de violinista en la orquesta del teatro San Giovanni Crisostomo, uno de los más importantes de la ciudad. Acompañando a su padre a los ensayos, Antonio se había familiarizado con el ambiente teatral, que le impresionó profundamente. El teatro era, en la primera mitad del siglo XVIII, una de las principales diversiones de los venecianos. Sea la ópera que la prosa atraían numeroso público y los locales anexos a los teatros llamados llamados "ridotti", eran verdaderas casas de juego.
La situación de la República de Venecia, en esa época, era muy comprometida. Políticamente estaba en franca decadencia, había perdido casi todas sus colonias de oriente arrebatadas por los turcos y, el aislamiento en que se mantenía con respecto a Europa, estaba arruinando su economía. Pero nada de eso preocupaba a los ciudadanos de todas las clases sociales que vivian en la ilusión de las grandezas pasadas y eran sólo ávidos de diversión. Los numerosos visitantes encontraban en Venecia, más alegre y animada que nunca, una verdadera capital del placer y aunque parezca paradójico también uno de los centros culturales más brillantes de Europa.
Escuchemos ahora la obra más famosa de Vivaldi "Las cuatro Estaciones", en unos hermosos vídeos que en You-Tube suman hasta la fecha más de un millón y medio de visitas. (Wintermood)
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