17 octubre 2009

Franz Schubert: Rosamunda ( 1 )



El 19 de diciembre de 1823 la Dirección del Theater an der Wien anunció la producción de Rosamunda, princesa de Chipre, "Un gran dama romántico en cuatro actos, con coros, acompañamiento musical y danzas, original de Helmina von Chezy, con música del Sr. Schubert". El nombre de ambos autores era ya familiar en los círculos musicales vieneses; von Chezy como libretista de la desafortunada ópera de Weber Euryanthe (cuyo estreno había tenido lugar dos meses atrás en el Teatro de la Corte) y Schubert como una esperanza de la ópera alemana, si bien todos los esfuerzos que hizo para ver una ópera suya producida en Viena, se vieron totalmente fracasados. Schubert, quien no supo reconocer la originalidad de la gran partitura de Weber, no había ocultado sus críticas acerca de Euryanthe, de modo que las facciones rivales se encontraron enfrentadas cuando Rosamunda fue presentada al público vienés el 20 de diciembre.

Helmina von Chezy


La idea de unir el genio de Schubert con el talento de Chezy procedió de Josef Kupelwieser, hasta entonces Secretario del Teatro de la Corte, quien confió en ofrecer de esta forma algún tipo de compensación a Schubert por anteriores negativas, pero lo cierto es que tuvo también un interés mucho más personal en aquel proyecto. Kupelwieser estaba enamorado de una joven actriz llamada Emilie Neumann, quien fue la elegida para interpretar el rol titular en Rosamunda, siendo la primera representación en provecho suyo.

Helmina von Chezy escribió posteriormente que la pieza fue escrita "con peligrosa precipitación" y se quejó amargamente de haber tenido que escribir el libreto en sólo cinco días. Pero en cambio no existen evidencias de que Schubert tuviera que componer su música con la misma precipitación. En lugar de componer una nueva obertura recurrió a la que ya tenía destinada para su ópera Alfonso y Estrella. Utilizó las mismas ideas musicales para el primer entreacto y para la música de ballet del Acto II, y echó mano de algunos temas de obras anteriormente compuestas para el entreacto en Si bemol. También existen estrechos vínculos entre el Coro de los Espíritus y el segundo entreacto.

La pieza de Chezy no ha sobrevivido, de modo que resulta imposible saber si la música se ajusta con propiedad al argumento Pero sabemos que éste versaba acerca de la constancia de Rosamunda, prometida en su infancia a cierto Alfonso, y la maldad de Fulgencio, gobernador de Chipre, entre cuyos designios entraba el poseer a la joven.
El tema, tan del gusto de la época, abundaba en las usuales absurdidades góticas: un pasaje secreto, una princesa que se cría entre pescadores, una carta envenenada a través de la cual los acontecimientos se vuelven contra el tirano y así sucesivamente. Aquellos romances tan extravagantes en boga a la sazón (los ingredientes dramáticos de Euryanthe son casi los mismos) y von Chezy apenas merece el ridículo que se volcó sobre ella; pero tal como ella misma se apresuró a puntualizar, el inevitable fracaso de la obra impidió que la música de Schubert brillara en todo su esplendor.

Cuadro del pintor francés Degás

Pero a pesar de todo, la música sobrevivió. Dos días después del estreno de la pieza, el amigo de Schubert, Moritz von Schwind, escribió que los números orquestados no produjeron la impresión que se esperaba, y que el Coro de los Espíritus, cantado fuera del escenario, fue del todo inaudible; pero en cambio la obertura mereció los honores de una repetición, así como el Coro de los Cazadores. En forma harto significativa, y teniendo en cuenta anteriores experiencias, Schwind añade: "Estoy seguro de que el Coro de los Cazadores rivalizará con el coro de Euryanthe de Weber en cuanto a la suerte que merece". Los números vocales se publicaron inmediatamente, pero las piezas orquestales desaparecieron hasta 1860, fecha en la que también fueron por fin publicadas. El entusiasmo que exhibió George Grove (su descubridor), y la dramática historia del hallazgo de las extraviadas partes orquestales durante su visita a Viena en 1868, contribuyeron a hacer que la música de Rosamunda fuera mejor conocida.

Cuando la obra fue retirada del cartel después de dos representaciones, este hecho señaló el fin de la implicación de Schubert con el teatro. Desilusionado, dirigió su atención hacia la música de cámara y la "gran sinfonía". Pero en forma asaz irónica, la obra que demostró ser su más rotundo fracaso teatral, se convirtió al final en el más duradero monumento a su música escénica; y ello nos parece justo puesto que en parte alguna del conjunto de su obra se hacen tan patentes sus dotes para el desarrollo de la melodía romántica y una vívida orquestación sin necesidad de recurrir a grandes despliegues. (Continuará)



El Theater an der Vien, allí también estrenó Beethoven importantes obras suyas

Franz Schubert, Obertura de "Rosamunda"



12 octubre 2009

Schubert: Rosamunda ( 2 )


Números que forman la obra completa "Rosamunda" de Franz Schubert

-Obertura
-Entreacto después del Acto I - Allegro molto moderato
-Ballet Allegro moderato - Andante un poco assai
-Entreacto después del Acto 2º - Andante
-Romanza Brilla la luna llena - Der Vollmont strahlt
-Coro de Espíritus - Adagio
-Entreacto después del Acto 3 - Andantino
-Pastoral - Andante
-Coro de los Pastores - Allegretto
-Coro de los Cazadores - Allegro moderato
-Ballet - Andantino

La así llamada Obertura de Rosamunda no tiene en realidad conexión alguna con la pieza de Chezy. Esta página fue escrita como obertura de El arpa mágica, una pieza teatral con música que fue producida en el Teatro an der Vien en agosto de 1820, y se basó estrechamente en la Obertura en Re mayor de 1817 (D590). Su posterior asociación con Rosamunda se debió al parecer a un error del editor, pero sea cual fuere la razón, su virtuosismo rivaliza con el resto de la música de Rosamunda. Se trata de una pieza rotundamente "schuberiana", la cual prefigura, a través de su fluyente lirismo y rítmico impulso, posteriores obras maestras del compositor.

De estructura sinfónica y trágico carácter, el Entreacto en si menor se ve dominado por un motivo reiterado de dos compases. Parece sorprendente que Schubert haya podido escribir esta sombría, compacta pieza para destinarla a un entreacto; esta música, teniendo también en cuenta su tonalidad, ha hecho suponer a algunos comentaristas que se hallan ante el final original de la sinfonía Inconclusa. Ciertamente, hay algunos pasajes del entreacto que nos recuerdan a la sinfonía, si bien no llega a alcanzar el nivel de inspiración de aquellos dos magistrales movimientos. La partitura autógrafa lleva la frase Entre Act nach dem I Aufzug (Entreacto después del primer acto).


La música de ballet del Acto II comprende tres secciones. La primera de ellas (Allegro moderato) comienza y finaliza mediante una floritura orquestal al unísono sugiriendo la subida y la bajada del telón. Dentro de este marco se encuadra una animada marcha ceremonial de simétricas frases de ocho compases, basadas sobre un tema previamente utilizado en el entreacto anterior. Viene a continuación una de las más felices invenciones de Schubert, un poético diálogo entre la cuerda y la madera el cual conduce directamente a la tercera sección, un lírico Andante en Sol mayor.


El aria de contralto Der Wellmontstrahlt (Brilla la luna llena) es cantada por Axa, madastra viuda de Rosamunda. Acompañada por la cuerda grave y los instrumentos de soplo, esta sencilla pero atractiva canción comunica dentro de sus reducidos límites, una gran hondura de sentimiento.
A la inversa de Weber, Schubert incluye "cazadoras" en su Coro de los Cazadores, lo cual le permite utilizar en su culminación voces de soprano y de tenor en imitación canónica con una gran efectividad.

El Coro de Pastores, también para voces mixtas, es tan hermoso y fresco como una margarita, y cualquier riesgo de monotonía que pudiera engendrar esta pieza se evita con la inclusión de un intermedio para voces solistas en la subdominante, Mi bemol.
Pero la más impresionante de las piezas corales de Rosamunda es acaso el Coro de los Espíritus para voces masculinas acompañadas sólo por trompas y trombones; es ésta una espléndida pieza atmosférica en la que nos parece escuchar un anticipo de Verdi. Por contraste, la pequeña Pastoral en la que las trompas y los fagotes son utilizados para imitar la rústica gaita, tiene un simple encanto pastoril.

El segundo Entreacto en Re mayor es una solemne marcha que toma prestado su tema al Coro de los Espíritus. El Entreacto en Si bemol y la música de ballet en Sol mayor ponen de relieve el al parecer inagotable lirismo de Schubert, y ambas piezas se cuentan entre las más famosas de sus obras orquestales.

John Reed (Autor de Schubert, los últimos años)


Schubert reutilizó la música de Rosamunda en su Impromtu para piano opus 142 nº 3, en el cual se ejecutan el tema y seis variaciones, y también en su 13º Cuarteto en la menor para cuerdas titulado "Rosamunda", seguramente porqué pensó que la obra teatral no se volvería a escuchar.

De Rosamunda se acostumbra a interpretar en concierto sólo la Obertura, Entreactos y Ballet. Aconsejamos adquirir la obra completa si se quiere comprar el cd.

Fragmentos de Rosamunda de Franz Schubert

07 octubre 2009

César Franck, Variaciones Sinfónicas

César Franck fue un compositor franco-belga, conocido sobre todo por su famosa Sinfonía en Re Menor, la hermosa canción religiosa "Panis Angélicus" y el notable poema sinfónico "El Cazador Maldito".

Pianista brillante y también compositor, en su juventud obtuvo éxito en los salones de París dirigido y representado por su padre quien siempre deseó convertirlo en una gran figura. A los veinticuatro años se enamoró de una alumna a la que daba clases de piano y para poder casarse con élla tuvo que enfrentarse a su padre y finalmente alejarse de él.
A partir de entonces su vida fue sencilla y modesta, dedicado a su trabajo y a su familia. En 1853 su amigo el Abate Dancel le ofreció el puesto de organista de su iglesia de Saint-Jean y en 1858 cuando tenía treinta y seis años, pasó a tocar el magnífico órgano de la iglesia de Sainte-Clotilde, cargo que ocuparía hasta el final de su vida.
En 1872 a los cincuenta años, es nombrado profesor de órgano en el Conservatorio, lo que significa por fin, un reconocimiento oficial a sus méritos. A partir de entonces comienza a escribir la mayoría de sus mejores composiciones y aquí encontramos una semejanza con Anton Bruckner, también organista de iglesia y compositor tardío.
Falleció el 8 de noviembre de 1890, a los 68 años a consecuencia de una pleuresía. Hasta el último momento siguió componiendo .
En la música de César Franck predomina un cromatismo sombrío aunque de especial belleza y participa de cierto misticismo quizá debido a su profesión de organista de iglesia durante muchos años.

Biografía de César Franck



El órgano de la iglesia de Santa Clotilde en París

El 15 de marzo de 1885 se estrenó la obra de Franck titulada Les Djinns, que fue uno de los pocos éxitos que había obtenido el compositor hasta entonces. El solista al piano fue Louis Diémer y el compositor, agradecido, le prometió alguna cosa nueva para él. Durante el verano comenzó a componer las Variaciones Sinfónicas para piano y orquesta y las terminó en diciembre del mismo año.
El estreno tuvo lugar el 1 de mayo de 1886 en la Salle Erard de París, durante el concierto anual de la Société Nationale de Musique dirigido por el propio autor, pero al parecer la acogida fue sólo discreta, quizá por su parecido con Les Djinns, lo cual le restaba novedad. Una segunda interpretación tuvo lugar el 30 de enero de 1887, en un concierto donde todas las obras eran de Franck, esta vez dirigiendo Jules Pasdeloup y con Diémer también de solista, aunque tampoco logró impresionar.
La Salle Erard de París
Poco a poco las Variaciones fueron incorporadas al repertorio de pianistas importantes, siendo dadas a conocer y apreciadas como una de las mejores de su autor. Más adelante, figuras como Brahms y Dvorak manifestaron también su admiración por esta obra.
Los discípulos del compositor, futuros nombres ilustres de la música francesa: Vincent d'Indy, Henri Duparc, Paul Dukas, Ernest Chausson, defendieron siempre antes y después de la muerte de Franck la categoría de las Variaciones Sinfónicas.
Las Variaciones no son propiamente una obra concertante, sino una novedad en el género, en la que dos temas opuestos son desarrollados por el piano y la orquesta a lo largo de tres movimientos que se suceden sin interrupción. Se han descrito como una de las obras más originales y perfectas en su categoría, mezcla magnífica de piano y orquesta, con una evolución contínua de ideas y un tema creciendo en varios otros.
Personalmente, encuentro a esta obra fascinante y misteriosa, la música parece llevarnos hasta lugares desconocidos sin acabar de desvelar su secreto, y la parte del piano es de una expresividad que cautiva.


Conozcamos lo que el crítico musical Alec Robertson (1892-1982) escribió sobre esta obra.

La única manera de hacer clara la forma de las Variaciones Sinfónicas es mediante el uso de uno de aquellos planes matemáticos que parecen tan complicados sobre el papel, hasta que uno escucha la música. En la obra hay, sin pausa, cuatro secciones claramente definidas, que son las siguientes:

Introducción: Temas A, B, C

Primer movimiento: A, con seis variaciones

Segundo movimiento: Interludio, basado en B

Tercer movimiento: Unión de A y B, con la presencia de C

Introducción. Al igual que en el quinteto para piano de Franck, la cuerda ejecuta un áspero tema, al cual el piano responde serenamente. La orquesta contesta al piano en la misma forma áspera con que comenzó y luego éste replica con C, en la zona más aguda del registro, un tema del que se hará gran uso en el final. Dos frases para cuerda y madera, una pizzicato y staccato y la otra legato, apuntan en la forma eventual de A, pero inmediatamente son reemplazadas por una variación de B para el piano sólo. El tema A se escucha en su primera forma en la cuerda, mientras el piano replica con C y B (en este orden). C nos conduce al final de la Introducción.

El piano solo nos proporciona ahora A como tema para seis variaciones, cada una de ellas precipitándose hacia la siguiente, siendo empero de fácil identificación. Por ejemplo, la II ejecuta el tema en los violines y violoncelos, y en la IV el piano subraya las fuertes explosiones de la orquesta. La VI y última variación se presenta en tiempo mucho más lento, y al principio los violoncelos ejecutan "a solo" el tema, por debajo de la ondulante parte asignada al piano.

Un maravilloso cambio de mayor a menor y un súbito silencio, nos conducen al Interludio, el místico corazon de la obra. Los violoncelos ejecutan ahora el tema B, el cual no se había escuchado desde la Introducción, con el piano y los primeros violines iluminando la nota aguda de cada uno de los arpegios, en plena ascensión a través de las más encantadoras curvas melódicas.

Y de este modo llegamos al final , Allegro non troppo, en el cual por debajo de un trino del piano, las dos primeras notas de los temas A (fagot) y B (obóes) se funden. Luego B se convierte en la celebrada frase que parecen sugerir los murmullos de violoncelos y contrabajos. Ahora C, con fuoco en el piano se muestra plenamente. Y de esta forma, con una sección más lenta en el piano solo (casi hasta la conclusión), en la cual todos los temas parecen estar reflejados, esta gran obra prosigue su sonriente camino hacia el final.


Variaciones Sinfónicas de César Franck. Al piano György Cziffra