Cuando Antonín Dvorak se aproximaba a los 40 años, quedaba detrás de él un largo espacio de tiempo en el cual el éxito y el reconocimiento le estuvieron vedados, no obstante haber luchado mucho por ellos, y un breve período que, al fin, le trajo el principio de su aceptación como compositor notable.
El momento del cambio decisivo en su vida fue la concesión de una beca por el Estado austríaco. Poco después, se ganó la amistad de Johannes Brahms quién apreciaba tanto las composiciones de Dvorak que le recomendó a su propio editor Simrock para que se las publicase. El editor berlinés fue el que le hizo el encargo de las "Danzas eslavas", las cuales le hicieron famoso no sólo en su Patria sino en muchos otros países.
La música de Dvorak llamó la atención de de Richter y Helmesberger en Viena, de Traubert y Joachím en Berlín, de Mann en Londres y de Hallé en Manchester y todos ellos incluyeron diversas obras del compositor en sus programas de conciertos, tanto en sus respectivos países como en el extranjero. Brahms y el conocido crítico Hanslik se preocuparon de conseguir que fuera representada en la Opera de Viena alguna ópera suya y sus esperanzas en este sentido se vieron reforzadas cuando en 1881, el Director de la Opera, Frank Jauner, adquirió los derechos en exclusiva para "Selma sedlák" (El pícaro campesino) y la ópera en un acto "Tvrdé palice" (El cabezudo).
El mismo año Dvorak emprendió también el trabajo para la ópera "Dimitrij", que sería su obra de teatro más famosa hasta aquel momento.
El rio Moldau a su paso por Praga, ciudad donde vivió y murió Dvorak.
En 1880 su recién terminada Sinfonía en re mayor (nº 6) pronto extendió su fama a Londres, Budapest, Viena y otros centros musicales importantes.
Todos los esfuerzos y fatigas propias de la composición de obras extensas hicieron que Dvorak se inclinase a escribir -quizá para relajarse- algunas piezas musicales de poca extensión. Así surgieron las "Leyendas", obras breves para piano que esperaba terminar a lo largo del mes de noviembre; sin embargo a fines de diciembre aún no había llegado el momento de comenzar el trabajo y sólo entonces confeccionó el primer proyecto de una de las piezas, la que llevaría el nº 10. Un mes más tarde empezó seriamente a esbozar las composiciones y entre el 12 de febrero y el 23 de marzo completó por fin las 10 "Leyendas", en versión para piano a cuatro manos. Ocho meses después, luego de haber terminado su cuarteto para cuerda en do mayor, opus 61, y cuando todavía tenía a medias el trabajo de la ópera "Dimitrij", instrumentó las "Leyendas" para orquesta, al igual que había hecho antes con las "Danzas eslavas".
Aunque Sourek ha asegurado que las "Leyendas" no son piezas programáticas, sin embargo, él las definió como composiciones que "si bien cantan el amor o el anhelo, el sufrimiento o las víctimas, el entusiasmo o la fama, siempre están envueltas en el mismo misticismo que les da carácter especial, sombrío, una dulzura y espiritualidad de expresión y siempre están llenas de un ardor intenso".
Cuando el comentarista ingés Gerald Abraham dice que una leyenda sin contenido es una contradicción, expresa al mismo tiempo su sospecha de que Dvorak para componer alguna de estas pezas fue inspirado probablemente por baladas poéticas, como fue el caso de sus poemas sinfónicos sobre escritos de K. Jaromir Erben.
En la mayoría de las "Leyendas" concurren elementos de danza -una coincidencia que también tienen con las "Danzas eslavas"- además del hecho de que ambas series musicales fueron escritas originalmente para piano a cuatro manos. Pero seguramente el propósito verdadero y principal de Dvorak no era componer danzas, es más probable que quisiera escribir algunas piezas de modo ingenioso y variado, cada una de las cuales tuviera carácter propio y especial.
Paisaje de Bohemia
Las "Leyendas" están instrumentadas para una orquesta en la que nunca estén presentes los trombones, y los timbales se se emplean muy raras veces. Las trompetas son necesarias en en una sola, la nº 4 en do mayor. Y en la nº 5 en la bemol mayor, se omiten incluso las trompas, aunque se enriquece el espectro sonoro por medio del arpa, del mismo modo que en la nº 6 en do sostenido menor. En la nº 4 se incluye un triángulo, así como en la nº 3 en sol menor, una pieza que tiene carácter de danza más acusado que las restantes de la serie.
En una carta a Simrock, Brahms escribía que él podía decir a Dvorak el placer que desde entonces le proporcionaban sus "Leyendas": Es una obra encantadora y sólo por su ingenio fresco, gracioso y fructífero, se podría envidiar a éste hombre.
Dvorak dedicó las "Leyendas" al exigente crítico Edward Hanslick, quien al comentar la obra dijo que dificilmente podía decidirse por cual de las piezas le gustaba verdaderamente más. Seguramente podría haber muchas opiniones, pero en general y sin ninguna duda, todas ellas eran magníficas piezas.
Escuchemos en estos vídeos las diez Leyendas, opus 59, de Antonin Dvorak
1 comentario:
Saludos y feliz año. He conseguido una interesante exclusiva para mi blog, aquí te la mando. Gracias.
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