Wilhelm Müller (Dessau, 1794 - 1827) fue un poeta, escritor y profesor alemán. Conocido en su época por su actividad personal y literaria, su paso a la posteridad, no obstante, se debe al hecho de que Franz Schubert utilizara sus versos en dos ciclos de canciones: La bella molinera (Die schöne Müllerin, y Viaje de invierno (Winterreise).
Schubert transcribió los primeros doce poemas de Winterreise en febrero de 1827, y se publicaron el 24 de enero de 1828, por el editor vienés Tobias Haslinger. Posteriormente, al parecer a finales del verano de 1827, el compositor conoció los otros 12 poemas que completaban la obra de Müller y acabó de musicalizarlos en octubre de ese año. Haslinger los publicó sólo seis semanas después de la muerte de Schubert, el 31 de diciembre de 1828. La obra lleva como n.º de Opus 89. En el Catálogo de Deutsch es el D. 911.
A pesar de que el ciclo de Ludwig van Beethoven An die ferne Geliebte (Al lejano amante) se había publicado anteriormente, en 1816, con todo respeto al genio de Bonn, hay que decir que los dos ciclos de Schubert ocupan el primer lugar en la historia del género. Winterreise es el más maduro y fue fundamental en el Lied alemán, influyendo poderosamente no solo en el estilo sino también en el método y la técnica vocal, en toda la música clásica alemana.
El núcleo de los poemas es el amor no correspondido. Un hombre amaba a una muchacha, pero ella lo dejó. Aquí arranca la historia. No hay una línea dramática, sino que los lieder expresan las reflexiones o impresiones del cantante mientras pasea solo, durante el invierno. Predominan los temas del frío, la oscuridad, el paisaje desolado, y la soledad, pues salvo el organillero final, no encuentra cara a cara a ninguna otra persona.
Después de que su amada se enamore de otro, el joven agobiado por la pena se aleja de la ciudad por la noche y sigue el río y se adentra en la choza de un quemador de carbón, donde descansa antes de seguir adelante. Atraviesa una aldea, cruza una encrucijada y llega a un cementerio. Aquí se le niega incluso la muerte en la que se ha fijado, desafiante renuncia a la fe antes de llegar a un punto de resignación. Finalmente, se encuentra con un músico callejero abandonado, la primera y única instancia del ciclo en el que otro personaje está presente. La naturaleza misteriosa y ominosa del músico, junto con la pregunta planteada en las últimas líneas, deja el destino del vagabundo abierto a la interpretación.
Schubert y Vogl en un recital |
En Winterreise, Schubert eleva la importancia del pianista al mismo protagonismo que el cantante. En particular, los ritmos del piano expresan constantemente los estados de ánimo del poeta y a la vez proporcionan efectos ricos en las imágenes de la naturaleza de los poemas, las voces de los elementos, las criaturas y los objetos activos. Así podemos oir la tormenta, el viento que llora, el agua bajo el hielo, el canto de los pájaros, el graznar de un cuervo, los perros ladrando, la rejilla oxidada de la veleta, la llamada del cuerno, el zumbido de un abejorro y la melodía repetida del instrumento musical vihuela de rueda.
Los recursos del intelecto y el poder interpretativo necesarios para cantarlos, sea como música de cámara o en una sala de conciertos, desafían a los más grandes cantantes. Su primer intérprete fue el barítono Michael Vogl, gran amigo y admirador de Schubert. Posteriormente, fueron transcritos para otras voces, sobre todo más graves, uno de los más notables ha sido el barítono Dietrich Fischer-Dieskau. También lo han cantado voces femeninas, en particular Brigitte Fassbaender y Christine Schäfer. Algunos tenores han recuperado la obra para la tonalidad original, como Julius Patzak o Peter Pears.
Gute Nacht (Buenas noches)
Es el primer lied y también el de mayor duración. Comienza diciendo “Llegué como un extraño, como un extraño me marcho", marcando así el aire de tristeza y aislamiento que predominará en toda la obra. Fue feliz (“la joven habló de amor, la madre incluso de matrimonio”), pero su historia de amor, por razones no concretadas, tiene que acabar. Una noche de invierno, se despide del lugar y de su amada, aún dormida, dándole las buenas noches. Se trata de un lied en ritmo de caminante, como indica el propio Schubert: “moderado, en movimiento de caminar”. El piano entona un preludio. Las dos primeras estrofas son musicalmente idénticas, mientras que la tercera y la cuarta varían. La cuarta estrofa recurre a re mayor, cuando el caminante se dirige a su amada y añora el pasado. Al final cambia de nuevo al re menor.
Buenas Noches
Como un extraño llegué
y como un extraño me marcho.
Mayo me agasajó
con ramos de flores.
La doncella habló de amor
su madre , incluso de matrimonio...
Ahora el mundo rebosa tristeza
Mi camino está cubierto de nieve .
Para mi viaje
no puedo elegir el momento.
Debo hallar mi senda
en la oscuridad.
Una sombra vaga a la luz de la luna
Es mi compañera.
Y en los blancos campos
veo huellas de animales salvajes.
¿Por qué habría de quedarme
para que se me echara?
¡Que los perros perdidos aúllen
frente a la casa de su amo!
Al amor le gusta vagabundear...
Dios lo hizo así...
Iré de una a otra.
¡Buenas noches , querida mía!
No alteraré tus sueños .
Sería una lástima que no durmieras.
No sigas mis pasos...
Cierro suavemente la puerta.
Al pasar,
escribiré en tu puerta:
"buenas noches".
Así verás que he pensado en ti .
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