12 julio 2020

Anatoli Liadov, El Lago encantado op 62




Anatoli Liadov nació en la capital imperial rusa de San Petersburgo el 11 de mayo de 1855. Su madre V. Antipova era pianista y su padre Constantin Liadov director musical del prestigioso Teatro Mariinsky. Casi todos sus familiares más próximos estaban dedicados profesionalmente al mundo de la música o al arte escénico.

Como es de suponer, desde muy pequeño recibió formación musical en su hogar, y a los quince años ingresó en el Conservatorio de San Petersburgo, donde estudiaría piano, violín, contrapunto y fuga, además de composición con Nicolai Rimski.Kórsakov. En 1876 fue expulsado por faltar injustificadamente a las clases, pero admitido de nuevo dos años mas tarde, consiguió graduarse. Después de completar sus estudios, fue empleado por el mismo Conservatorio como profesor de teoría elemental y más tarde de contrapunto y composición, mostrándose como un claro continuador de las tradiciones de Mijaíl Glinka y de Mily Balakirev. Entre otros alumnos ilustres tendría a Prokofiev y Nicolai Malko.

Liadov tuvo amistad y colaboró con los compositores del Grupo de los Cinco, pero nunca llegó a pertenecer al mismo porque, en contraposición al cariz más bien intuitivo de sus integrantes, él aplicaba una técnica perfecta. Mussorgsky lo describía como “un joven y original talento ruso”. Su colaboración con Borodin,Cui, Rimski-Kórsakov y Shcherbachov en un alegre ciclo de variaciones, Parafrazi, había gustado tanto a Liszt, que éste lo usaba como pieza de demostración con sus alumnos

En paralelo a su trabajo como profesor en el Conservatorio, Liadov también tuvo una carrera como director de orquesta, principalmente en el repertorio ruso. En 1902 creó la Segunda Sinfonía de Alexandre Scriabin.
Gozaba de gran fama como pianista, pese a que realizó escasísimas actuaciones públicas, Su producción más amplia se refiere a obras para piano, en las que se aprecia una clara influencia de Chopin. Escribió numerosos preludios, polonesas, estudios, mazurcas y barcarolas. Biroulki, 14 piezas para piano opus 2, fue su primera obra en alcanzar fama.

Anatoi Liadov por Repin
En la década de 1880 ejerció de asesor de Belyayev en las publicaciones pagadas por éste,compartiendo esta responsabilidad con Rimski-Kórsakov y Glazunov. También trabajó como investigador etnológico: coleccionaba canciones tradicionales durante sus viajes y después las publicaba en arreglos para voz y piano. Y escribió música original, aunque no tanto como él esperaba.

En sus composiciones evidenció una técnica extraordinaria que aplicó, sobre todo, a motivos tradicionales ruso. La música orquestal de Liadov se basa en cuentos, leyendas y mitos de su país. "El arte es el reino de lo inexistente ", declaró una vez. “El arte es un producto, un cuento de hadas, un fantasma. Dame una leyenda, un dragón, un espíritu de agua, un demonio del bosque; dame algo irreal y estoy feliz ".
Ya en 1879 él contempló escribir una ópera basada en historias de cuentos populares rusos, historias que abundan en mágicas criaturas y eventos sobrenaturales. Liadov hizo varios intentos de crear una ópera así, pero su hábitos dilatorios, producto de su naturaleza extremadamente autocrítica combinada con una tendencia a la inercia, continuamente lo frustraba.

Se cuenta la anécdota de que fue su falta de resolución la que hizo que Stravinsky se ganara su oportunidad con Dyagilev, porque él no acabó a tiempo la partitura que le había encargado para El pájaro de fuego, cuya representación ya había sido anunciada en París. Al preguntarle Dyagilev cómo iba la música, Liadov respondió "muy bien: acabo de comprar el papel pautado".

Contrajo matrimonio en 1884 y pasó los veranos componiendo sin prisas en una finca propiedad de su esposa en Polynovka. Pero, sin duda, se centró mucho más en la enseñanza y otras actividades que en la composición.
Falleció en Polynovka, Borovichevsky (Nóvgorod) el 28 de agosto de 1914. En el momento de su muerte, acababa de culminar un poema sinfónico titulado Del libro de las revelaciones, y dejó inacabado el ballet Leyla y Adelay.


El Lago encantado op. 62 se estrenó en San Petersburgo, el 21 de febrero de 1909 bajo la dirección del compositor. Esta pieza iba destinada a una ópera, Zoryushka, que Liadov nunca acabó, basada en una antigua leyenda eslava.

Su música no transmite narrativa programática, sino que evoca una escena de misterio silencioso y reluciente belleza. La música es notable por su delicadeza y moderación. Pocos compositores de su época, se habrían atrevido a evitar la expresión dramática en favor de la iridiscencia silenciosa tan completamente como lo hace Liadov aquí.

La instrumentación cuenta con: 3 flautas, 2 oboes, 3 clarinetes en si bemol, 2 fagotes, 4 trompas,timbales, celesta, caja redoblante, arpa, violines, violas, violoncellos y contrabajos.



Lago encantado es una estampa bucólica entre el Wagner lánguido y soñador de los “Murmullos del bosque” de Sigfrido y los movimientos lentos de Scriabin. Es una rememoración sonora de la luz brillante y del movimiento ondulante del agua, de un lago mágico lleno de ninfas acuáticas, pero que deja entrever una vaga impresión de amenaza sumergida en las aguas.

"Comienza creando un clima de misterio con un pianissimo redoble de timbales, puntualizado suavemente por el arpa, primero con notas que marcan la parte fuerte del compás de 12/8, y luego sutiles arpegios, todo ello sobre las cuerdas con sordina en las que violines primeros y violas primeras se encargan de crear ese movimiento ondulante del agua.
Este clima sereno y sinuoso se extiende como la bruma en el misterioso y enigmático lago hasta la aparición, en un ligeramente creciente piano de los violoncellos primeros, del primer tema claramente melódico, que luego continuará en el canto del oboe.
Tras un ligerísimo avivamiento del tempo a través de un più mosso, sobre el trémolo pianissimo de las cuerdas, aparece una nueva melodía, esta vez a cargo de las flautas primeras dobladas por los clarinetes primeros.
Un divisi a 3 en violines primeros y segundos, sobre las notas tenidas del resto de la cuerda y los salpicados punteos del arpa hacen de puente hacia la reutilización de los dos temas melódicos anteriormente expuestos.
Aparece a continuación un nuevo motivo melódico a cargo, en esta ocasión, de los violines primeros: El canto va pasando por oboes, violas y las trompas y el sutil balanceo ondulante en las cuerdas
conduce, en un continuo diminuendo, hasta el morendo final casi imperceptible". Gumersindo Diaz



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